México necesita alinear objetivos para lograr la descarbonización del transporte - Pasajero7

México necesita alinear objetivos para lograr la descarbonización del transporte

CRISTINA Albuquerque

La transformación hacia un transporte público limpio no es una opción, sino una necesidad urgente, y México tiene ante sí el gran reto de lograr que esta transición no solo sea técnica o financiera, sino también estructural y estratégica. Así lo plantea , directora de Movilidad Eléctrica Global del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), quien durante su reciente participación en el 32º Encuentro Nacional de Autoridades de Movilidad, insistió en la importancia de que México defina una hoja de ruta clara para descarbonizar su sistema de transporte.

En entrevista, Albuquerque compartió aprendizajes de países como Chile, donde se han establecido metas nacionales ambiciosas y se han articulado esfuerzos entre distintos niveles de gobierno, sector privado y sociedad civil. México, en cambio, enfrenta desafíos estructurales que han frenado la escala de los proyectos de movilidad eléctrica, los cuales siguen siendo limitados en cobertura y en alcance.

Desde su experiencia global, la experta identifica que la descarbonización no solo implica sustituir autobuses de combustión por unidades eléctricas, sino transformar la visión de ciudad, cambiar la lógica de inversión y facilitar mecanismos financieros que reduzcan el riesgo para quienes están dispuestos a apostar por este nuevo paradigma.

Sin un objetivo común y participación de todos los actores —gobiernos,industria, operadores, academia y sociedad civil—, México no logrará una transición real hacia un transporte público libre de emisiones.

“Cada país debe encontrar su ruta, pero no hay que partir de cero”

Cristina, recientemente ofreciste una conferencia sobre políticas de descarbonización. ¿Qué buscabas transmitir a los tomadores de decisiones en México?

Quería compartir cómo distintos países están acelerando la descarbonización del transporte a través de políticas nacionales bien estructuradas. Cada país debe encontrar su propio camino, entendiendo su contexto local, pero también puede aprender de lo que ya se ha hecho en Europa, Asia o incluso en América Latina. En México, es crucial que exista una alineación entre el gobierno nacional, los gobiernos locales, el sector privado y la sociedad civil, para lograr metas claras y medibles que transformen el transporte.

¿Qué han hecho bien países como Chile para avanzar con fuerza hacia la movilidad cero emisiones?

Lo primero es que tienen metas nacionales muy claras y ambiciosas. No es lo mismo decir “vamos a descarbonizar” que establecer una meta específica como: “todo el transporte público será eléctrico para 2035”. Eso cambia el juego porque permite a todos los actores —gobiernos, transportistas, industria, academia— alinear sus esfuerzos hacia ese mismo objetivo. Una vez que sabes a dónde quieres llegar, puedes diseñar proyectos pequeños que se sumen hacia esa meta de largo plazo.

Cuando hablas de alinear actores, ¿a quiénes te refieres y qué papel tiene cada uno?

El gobierno nacional debe marcar la pauta con una visión clara, pero los gobiernos estatales y municipales son clave para implementar proyectos. La industria también tiene un rol central: fabricantes de vehículos, proveedores de energía, operadores de transporte. También es muy valiosa la participación de la academia y organizaciones no gubernamentales que pueden aportar conocimiento y monitorear avances. Todos deben sentirse parte de una misma visión y aportar desde su trinchera.

México ha tenido algunos avances, pero aún son pocos y aislados, falta un alineamiento real entre los actores. Las estrategias existen, pero no se construyeron de forma participativa. Las metas deben ser ambiciosas pero alcanzables, y deben generar sentido de pertenencia entre los involucrados.

También falta escalar los proyectos: si siguen siendo pilotos pequeños, no se generan los beneficios reales que la descarbonización puede ofrecer, como mejor salud pública, servicio de calidad y atracción de usuarios al transporte colectivo.

A veces hay dudas sobre si la electromovilidad realmente es la mejor opción. ¿Qué opinas tú?

Hoy los autobuses eléctricos son la tecnología cero emisiones más madura y lista para usarse. Claro que hay que entender el contexto de cada ciudad, los desafíos locales de infraestructura o energía. No es la única solución, pero sí la más viable para iniciar la transición.

Además, la electromovilidad puede complementarse con otras tecnologías limpias. Lo importante es iniciar el camino hacia la descarbonización.

La electromovilidad ya es viable en México y representa una oportunidad única para reducir costos operativos y mejorar la calidad de vida en las ciudades. 

Uno de los principales obstáculos parece ser el financiamiento. ¿Cómo resolver este cuello de botella?

Es cierto que el costo de adquisición de flotas eléctricas es más alto, pero si se mira el costo total de propiedad —es decir, la inversión a lo largo de 12 o 15 años—, los buses eléctricos son más económicos por su bajo costo de operación y mantenimiento.

Lo que hacen muchos países es ofrecer garantías desde el gobierno federal o estatal, para que los inversionistas tengan menos riesgo. También se están generando nuevos modelos de negocio, donde participan actores del sector energético u otros fondos que antes no estaban en el transporte.

¿Esto significa que necesitamos nuevos modelos de financiamiento público-privado?

Exactamente. Hay que pensar en esquemas de arrendamiento, en contratos que aseguren pagos estables a operadores, y en cómo atraer a inversionistas que ven esto no solo como un gasto, sino como un proyecto rentable y socialmente valioso. Si logramos superar esa primera barrera del costo inicial, el resto fluye con más facilidad. Además, los precios de las baterías y la eficiencia están mejorando rápidamente, lo que hace más atractiva la inversión.

En resumen, ¿qué es lo más importante que México debe hacer si quiere avanzar?

Definir un objetivo claro y colectivo. No puede ser un objetivo impuesto, debe ser resultado del trabajo conjunto de todos los actores. Si no hay claridad ni unidad, será muy difícil lograr una verdadera transformación del sistema de transporte hacia un modelo sostenible. Pero si lo hacemos bien, los beneficios son enormes: mejor salud, menos emisiones, ciudades más limpias y sistemas de transporte más dignos.




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