En el corazón del Valle de México, donde el tráfico vehicular domina las calles y la movilidad ciclista enfrenta grandes desafíos, las Maxi Rodadas han emergido como un movimiento con múltiples dimensiones. Estas convocatorias masivas, que reúnen a cientos de ciclistas de diversos puntos de la megalópolis, han adquirido relevancia no solo como protestas por la seguridad vial y la infraestructura necesaria, sino también como eventos de cohesión social que dan voz y visibilidad a las periferias de la urbe.
En los últimos años, la falta de infraestructura adecuada para ciclistas en el Valle de México ha cobrado vidas y generado innumerables accidentes. Según datos de organizaciones como Bicitekas, en 2023 se registraron al menos 220 muertes de ciclistas en accidentes de tránsito en todo el país, siendo la capital y el Estado de México puntos críticos. En respuesta a esta crisis, las Maxi Rodadas han surgido como una forma de alzar la voz y exigir a las autoridades medidas concretas que garanticen la seguridad de quienes optan por la bicicleta como medio de transporte, pero también como una divertida y sana manera de conocer lugares y organizaciones ciclistas.
Durante 2024 realizamos cuatro Maxi Rodadas, y han crecido de manera sorprendente, no tienen un objetivo específico, vamos dándoles significado en cada encuentro. La primera fue para exigir que nos dejarán entrar al AIFA, pero también nos hemos reunido cientos de ciclistas para conocer lugares, para conocernos entre nosotros, unir las periferias y visibilizar la falta de infraestructura y seguridad para los ciclistas”, comentó Wilma Parra, alcaldesa de la bicicleta del Estado de México.
El movimiento también ha puesto en evidencia la falta de conectividad entre las ciclovías existentes. En muchas zonas de la ciudad y su periferia, las ciclovías terminan abruptamente o están invadidas por vehículos estacionados, lo que obliga a los ciclistas a circular entre automóviles, exponiéndose a riesgos constantes.
Las Maxi Rodadas han emergido como un movimiento con múltiples dimensiones. Estas convocatorias masivas, que reúnen a cientos de ciclistas han adquirido relevancia no solo como protestas por la seguridad vial y la infraestructura necesaria, sino también como eventos de cohesión social que dan voz y visibilidad a las periferias de la urbe.
Más allá de la protesta: construyendo comunidad
Sin embargo, las Maxi Rodadas no son solo protestas. Como ya lo comentaba Wilma, representan una forma de unión y fortalecimiento del tejido social. Al conectar a ciclistas de diferentes municipios y alcaldías, estos eventos promueven un sentido de comunidad y solidaridad que trasciende las barreras geográficas y socioeconómicas.
La segunda rodada que realizamos fue a Chimalhuacán, lo que buscamos fue unir el estado, es tan grande que no nos conocemos entre nosotros… En esta rodada logramos unir las periferias, participaron grupos ciclistas de un montón de municipios y logramos borrar por un momento las barreras que existen entre la Ciudad y el Estado de México”, agregó Wilma.
Uno de los aspectos más significativos de estas convocatorias es que logran centrar la atención en las periferias. Lugares como Nezahualcóyotl, Chalco y Tlalnepantla, que tradicionalmente han sido marginados en los discursos de movilidad urbana, se convierten en protagonistas. Los ciclistas recorren estos municipios, visibilizando sus problemáticas y demandas, mientras refuerzan el mensaje de que la movilidad segura debe ser un derecho universal, sin importar la ubicación o el nivel socioeconómico.
La importancia de las periferias en la movilidad
La centralización de recursos y políticas públicas en el centro de las ciudades ha dejado a las periferias con una infraestructura de movilidad deficiente. Las Maxi Rodadas han servido para evidenciar esta disparidad, exigiendo una distribución más equitativa de los recursos.
Además, al involucrar a habitantes de estas zonas, fomentan la apropiación del espacio público y fortalecen la identidad comunitaria. En cada recorrido, los participantes interactúan con el entorno, descubren nuevas rutas y generan un impacto positivo en la percepción de sus propios barrios.
Retos y avances
A pesar del impacto positivo de las cuatro ediciones que han realizado las Maxi Rodadas, el movimiento enfrenta retos significativos. La coordinación con autoridades locales y estatales es uno de ellos. Aunque algunos municipios han mostrado apertura, como Toluca y Naucalpan, otros han mantenido una postura indiferente, lo que dificulta la implementación de soluciones integrales.
Asimismo, la seguridad durante los eventos es un tema crítico. En varias ocasiones, los participantes han reportado incidentes con conductores agresivos o falta de apoyo para garantizar recorridos seguros.
Por otro lado, hay avances que merecen ser destacados. La creciente participación en este movimiento refleja un cambio cultural hacia la bicicleta como medio de transporte viable y sostenible. Asimismo, la atención mediática que han recibido ha comenzado a influir en la agenda pública, presionando a las autoridades para que consideren a los ciclistas en sus planes de movilidad.
Hablando del Estado de México, este tiene varios retos como apostar más por la intermodalidad, facilitando espacios seguros para que se resguarden las bicicletas cuando se toma el transporte; infraestructura adecuada, seguridad para los ciclistas, y sobre todo, visibilizar que cada vez más personas usan bici y eso ayuda a la salud, a la calidad de vida, y a la seguridad”, afirmó.
Wilma Parra señaló que tienen contempladas cuatro Maxi Rodadas más para este 2025.
Un movimiento con futuro
Las Maxi Rodadas en el Valle de México han demostrado ser mucho más que simples paseos en bicicleta. Son una herramienta poderosa de protesta, un espacio de construcción social y una plataforma para visibilizar las necesidades de las periferias. Mientras los participantes sigan pedaleando unidos, el movimiento tiene el potencial de transformar no solo la infraestructura vial, sino también la percepción colectiva sobre la movilidad urbana y la equidad en las ciudades.