El adiós al oficio de “chofer de taxi” - Pasajero7

El adiós al oficio de “chofer de taxi”

 CHOFER DE TAXI

Escrito por: José Giberth García Campoy / Ceo Fotca Movil / contactocampoy@gmail.com

Hablar del taxi en la CDMX, es referirnos a un ícono del transporte de personas, ya que por años mencionar a los operadores era hablar de personajes que servían de guías, que conocían cada rincón de la ciudad, sabían de historias urbanas y noticias locales, que acontecían en el día a día. Eran ellos, ante su mirada perdida en el asfalto y las inclemencias del tiempo, siempre en el susurro de los motores, entre el cigarro y el aromatizante (Catrín, la chica fresa, el pinito), entre franelas rojas mojadas y asientos forrados en plástico, acompañados ante el caminar del taxímetro, moviéndose cada 250 metros, o 45 segundos en el tránsito. Acompañado siempre de una estación de radio en AM, con la melodía de moda, con interpretaciones de aquellos grandes artistas, noticias de la radio red, o los partidos de fútbol en la XEW; traer los radios de banda corta y tener agrupaciones por códigos, les daba un plus.

Personajes que lo podían todo, daban consejos y podían resolver cualquier conflicto, se podía presumir que eran psicólogos de la calle, solo por el hecho de crear plática. Eran titanes, lo mismo te llevaban a Polanco o Tepito, se perdían entres las calles de la Roma o Condesa, ellos eran el Google Maps de aquella época; sabían de atajos, recomendaciones y daban cuenta de testimonios que ni la propia prensa publicaba, algunos eran catrines, otros pachucos, algunos con su chalequito que, por aquello de los aires, el zapato bien boleado, y su brazo izquierdo con los efectos de la radiación solar.

Aquellos que fueron del bocho, con el tablero del taxi, siempre llenos de recuerdos, o presentes, como si fueran el despacho de un abogado o administrador.  Y qué decir, de los rosarios o santitos que colgaban del espejo, entre la playera del equipo de fútbol que protegía el respaldo del asiento y con las marimbas llenas de morralla, dando cuenta de personalidades, desde los artistas hasta grandes políticos, llenos de aventuras tan entretenidas como las de Arjona.

Estos intrépidos aventureros, eran la magia de una ciudad que cada día crecía de forma veloz, y ellos eran la movilidad de aquellas épocas; muchos de ellos eran estudiados y así lo presumían, entre maestros, abogados, químicos, y más.  Pero la crisis del desempleo, los obligó a tomar el oficio, pero siempre con la ilusión de que solo era momentáneo.

Con la modernidad los autos tipo sedan llamados Tsuru, crecieron e invadieron la ciudad, entre colores de gobiernos, el cambio hizo que nuevas generaciones se sumaran a la par de movimientos políticos que sumaban masa social con amparos y grupos de choque, haciendo desvirtuar el oficio, como fuente de solución laboral masiva, la oferta disminuyó y el desorden comenzó a reflejarse en las calles. Mezclando el entorno, con música con estruendos a todo lo que da, incrementando el parque vehicular; hasta la forma de sancionar cambio y se modificó, ya que todo se comportaba al capricho del político en turno, y la llegada de centenares de operadores que eran de la ruta 100, y movimientos de vivienda entre otros; grupos que se empoderaban y todo por la ambición de llenar su bolsillo o conseguir poder.

Para el cambio del milenio la tecnología comenzó a dar pasos agigantados y los servicios ejecutivos a través de plataformas de telefonía o vía mensaje, era el inicio de una época que vendría a modificar todo lo que conocíamos. Además de programas cargados al apoyo de sustitución de unidades, que crea grandes conflictos, ya que la ayuda solo era para integrantes de grupos de gente conocida dentro la administración en turno, con atrasos, litigios, movimientos y más, que descomponían más y más el servicio para el usuario. Con nuevos impuestos y cargas para un sector ya en problemas.

Cada año se desvirtúa el taxi, entre atrasos y poca atención de los gobernantes, arrinconados en pequeñas colmenas, en donde los más hábiles se vuelven sitios, pero la gran mayoría no sabe qué rumbo tomar.

Llegó el servicio de aplicación y terminó de apolillar los cimientos carcomidos de un oficio que ya tenía varios problemas crónicos. Con Uber, Cabify y después DiDi, fue muy lento, ya que se identificaban, solo para zonas de alta plusvalía y de turismo. Su arranque pasó desapercibido, por más de un año. Además de que la mayoría del usuario todavía no entendía de teléfonos inteligentes; sin embargo, aprendimos muy rápido.

Con el fin del gobierno del sexenio anterior, la firma con la Movilidad de Aplicación es un supuesto plan maestro a través de un fideicomiso y bajo la venia de los líderes que se cobraron con láminas (concesiones), se dio la entrada oficial a la ciudad de estas plataformas que según aportarían un porcentaje de su viaje para modernizar al sector tradicional y mejorar la seguridad para ciclistas y peatones.

El daño ya estaba hecho, y solo guardar silencio y aguantar para que la extinción del taxi se diera por la falta de ingresos, trabar los apoyos y no mejorar la tarifa (10 años sin cambios), permitir la alteración de tarifas y una gran lista de motivos, que no permitirá más conocer y hablar con estos grandes personajes urbanos, que por la edad se han ido extinguiendo de nuestro presente. El recuerdo queda hasta que se esfume, como cuando la señal del radio perdía la onda de transmisión.

Con respeto a aquellos que todavía viven un gran reconocimiento.