México se encuentra en un momento decisivo en su camino hacia un sistema de transporte público más sostenible. A medida que avanzamos hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la Agenda 2030, resulta evidente que aún hay un largo camino por recorrer.
El reciente 15º Congreso Internacional de Transporte sirvió como un foro para analizar los avances y desafíos del transporte en México. En este sentido sus ponentes resaltaron una verdad ineludible: nuestro país se enfrenta a una crisis ambiental y el transporte público juega un papel crucial en esta batalla.
Con un parque vehicular envejecido, tecnologías obsoletas y una infraestructura inadecuada, México se posiciona como el duodécimo país latinoamericano que más emisiones contaminantes genera. Es evidente que el transporte, siendo el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero, requiere una transformación urgente.
El compromiso adquirido de reducir a la mitad las emisiones para 2030 y alcanzar emisiones netas cero para 2050 es ambicioso pero esencial. Sin embargo, para lograrlo, debemos abordar una serie de retos significativos.
La renovación del parque vehicular, la modernización de la infraestructura, y la implementación de leyes y regulaciones que fomenten la movilidad sostenible son solo algunas de las medidas necesarias. Además, es fundamental mejorar la coordinación entre las diversas dependencias gubernamentales y fortalecer la capacitación del personal involucrado en el transporte público.
Aunque existen ciudades que destacan por sus esfuerzos, como Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, León, Querétaro y Mérida, aún hay mucho por hacer. La electrificación del transporte, la ampliación de la cobertura y la mejora en la calidad del servicio son aspectos clave para impulsar un cambio real hacia la sostenibilidad.
No obstante, en el transporte público no solo se trata de reducir emisiones; también es una cuestión de seguridad y equidad. Las cifras de accidentes de tránsito y violencia en el transporte público son alarmantes, lo que subraya la urgencia de actuar.
Por tanto, es muy importante que las autoridades, la sociedad civil, la industria y los usuarios colaboren de manera continua y comprometida. Solo así podremos lograr una transformación integral del sistema de transporte que beneficie a todos, protegiendo nuestro medio ambiente y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos.
El reloj ya está en marcha, y el tiempo para actuar es ahora. El transporte público sostenible no es solo una opción, sino una necesidad apremiante si queremos construir un futuro más limpio, seguro y equitativo para todos.