Transporte y salud: Una oportunidad para combatir la violencia de género y la diabetes - Pasajero7

Transporte y salud: Una oportunidad para combatir la violencia de género y la diabetes

violencia

Cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos recuerda que la violencia de género no se limita al hogar o al trabajo; también se extiende a los espacios públicos y, en particular, a los sistemas de transporte. En 2018, en la Ciudad de México, el 96% de las mujeres reportaron haber sido víctimas de algún acto de violencia en el transporte público al menos una vez (INMUJERES, 2022), lo que invita a reflexionar sobre la seguridad de las mujeres en su movilidad cotidiana.

A su vez, el 14 de noviembre, el Día Mundial contra la Diabetes, pone en foco otra crisis silenciosa que afecta a un amplio sector de la población. En México, el 18.4% de las personas mayores de 20 años vive con diabetes, y el 31% de ellas desconoce su diagnóstico (INSP, 2023). Uno de los factores más subestimados en la prevención de esta enfermedad es la falta de infraestructura de transporte que facilite y promueva hábitos saludables, como caminar o andar en bicicleta.

Ambas conmemoraciones evidencian que la ausencia de infraestructura segura y la desatención del transporte público no solo puede contribuir a normalizar la exposición a la violencia de género, sino que también reduce las oportunidades para adoptar un estilo de vida más activo y saludable.

En México las mujeres de 15 años o más han sido víctimas de violencia por parte de conductores de transporte público: un 77% ha sufrido violencia sexual, un 21% psicológica y un 2% física. 

La realidad del transporte público y la salud de las mujeres

Estimaciones propias, basadas en datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana 2016-2024 y Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2021), permiten calcular que, en promedio, el transporte público en México genera una percepción de inseguridad en el 75.1% de las mujeres. Además, estos datos muestran que mujeres de 15 años o más han sido víctimas de violencia a lo largo de su vida por parte de conductores de transporte público: un 77% ha sufrido violencia sexual, un 21% psicológica y un 2% física.

En 2022, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y ONU Mujeres revelaron que, el 82% de las mujeres en Guadalajara, el 73% en Puebla, el 37% en Monterrey y el 17% en Coahuila prefieren ir acompañadas en el transporte público.

Esta realidad y la percepción de inseguridad en el transporte público impulsan a muchas mujeres a evitarlo, incrementando su dependencia de vehículos particulares y limitando sus oportunidades para desplazarse de manera activa. Esto tiene un impacto directo en la salud: la violencia no solo es física o psicológica; también es estructural. Según una revisión publicada en la revista BMJ Open Diabetes Research & Care, la carencia de transporte es un obstáculo significativo para la asistencia a consultas médicas en adultos con diabetes tipo 2, especialmente en contextos de bajos recursos. La falta de asistencia a estas citas contribuye a un mal control de la enfermedad y a un aumento de las complicaciones de salud.

Movilidad como prevención de enfermedades

En 2020, la Organización Mundial de la Salud enfatizó que “Cada movimiento cuenta para mejorar la salud” subrayando que la actividad física regular, como caminar y andar en bicicleta, es esencial para prevenir y manejar la diabetes tipo 2, además de reducir los síntomas de depresión y ansiedad, disminuir el deterioro cognitivo, mejorar la memoria y fortalecer la salud cerebral. Friel et al (2024) publicaron en la revista BMJ Public Health que quienes utilizan la bicicleta regularmente reducen en un 47% el riesgo de morir por cualquier causa.

No obstante, las condiciones de movilidad y transporte en muchas ciudades mexicanas aún representan un obstáculo para la movilidad activa. El Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (2022) reportó que, a nivel nacional, se identificaron apenas 2 mil 734 kilómetros de carriles exclusivos o compartidos para bicicletas. Además, en un análisis de 39 ciudades, esta organización halló que solo el 2.9% de los viajes se realiza en bicicleta, y de éstos, únicamente el 13.7% corresponde a mujeres.

La carencia de transporte es un obstáculo significativo para la asistencia a consultas médicas en adultos con diabetes tipo 2

Sugerencias de atención

Para combatir tanto la violencia de género como la diabetes, es esencial considerar la movilidad como un espacio donde ambas problemáticas se aborden de forma conjunta. Un transporte público bien diseñado no solo debe brindar seguridad, sino también fomentar oportunidades para una vida más activa. Aunque las ciclovías y los corredores exclusivos para mujeres son un buen inicio, es necesaria una infraestructura que permita a todas las personas, sin importar su género o condición de salud, desplazarse libremente y sin temor. Al eliminar la violencia en el transporte, no solo se mejora la seguridad; también se crean las condiciones para una movilidad más activa y saludable para todas y todos.

Para abordar integralmente la eliminación de la violencia contra las mujeres en el transporte público y fomentar la actividad física como prevención de la diabetes, se sugiere lo siguiente:

  • Infraestructura de transporte seguro y sensibilizado: Implementar mejoras de infraestructura para que los espacios de espera y las unidades de transporte cuenten con iluminación adecuada, cámaras de vigilancia y señalización visible sobre la política de cero tolerancias al acoso. Complementar con campañas de sensibilización en estaciones y unidades de transporte que promuevan la cultura de respeto y brinden información sobre cómo proceder en casos de acoso, garantizando que las mujeres y los usuarios en general se sientan seguros y respaldados.
  • Capacitación integral y coordinada de personal de transporte: Capacitar a conductores y personal de transporte público en la detección y prevención del acoso, con un enfoque en sensibilización y actuación inmediata ante incidentes. Esto debe incluir a personal de las instituciones de justicia y los mecanismos de adelanto para las mujeres para asegurar respuestas rápidas y coordinadas ante denuncias, así como fomentar una cultura laboral enfocada en la protección de las personas usuarias, especialmente mujeres y personas vulnerables.
  • Programas de promoción de movilidad activa para la salud: Crear programas de movilidad activa para personas con enfermedades crónicas como la diabetes, integrando recomendaciones en las consultas médicas y centros de salud, y promoviendo la caminata y el uso de la bicicleta. Estos programas pueden organizar talleres y jornadas de actividad física en colaboración con centros de salud, asegurando que el personal médico informe sobre los beneficios de la movilidad activa como parte del tratamiento.
  • Ciclovías y senderos seguros: Promover la construcción de ciclovías y senderos seguros no solo en zonas de alta demanda de transporte, sino también en áreas con poca disponibilidad de espacios recreativos, especialmente en regiones periféricas y con alta incidencia de enfermedades crónicas. Estas intervenciones mejoran la seguridad y accesibilidad y generan entornos propicios para que las personas realicen actividad física de manera segura y efectiva.
  • Subsidios y apoyos para facilitar el acceso a la movilidad activa: Desarrollar políticas de subsidio y financiamiento para la adquisición de bicicletas y equipo de seguridad en comunidades de bajos ingresos, especialmente en zonas sin acceso adecuado a transporte público. Esta medida permite a las personas de estos sectores adoptar el uso de la bicicleta como un modo de transporte cotidiano y mejora sus oportunidades para adoptar un estilo de vida más activo y saludable.
  • Evaluación continua y ajustes basados en resultados: Implementar un sistema de monitoreo y evaluación de la efectividad de estas políticas tanto en la reducción de la violencia de género en el transporte como en la promoción de la actividad física. Este sistema, en coordinación con instituciones de salud y transporte, debe permitir ajustar las estrategias y proporcionar datos confiables sobre la mejora en la salud y seguridad de los usuarios.

Finalmente, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y el Día Mundial contra la Diabetes nos invitan a repensar cómo la movilidad y el transporte pueden ser una herramienta poderosa para transformar la vida de miles de personas. Al eliminar la violencia en el transporte y promover opciones de movilidad activa, no solo protegemos a las mujeres de agresiones, sino que también reducimos las barreras para prevenir enfermedades como la diabetes. La clave está en crear políticas públicas que pongan la seguridad y la salud en el centro del diseño de nuestras ciudades.