Abordar el tema de la movilidad en México es un tema de múltiples caras, por lo que no se puede abordar con un enfoque unilateral, sino debe tenerse una visión multifactorial, ya que muchas veces se percibe erróneamente que solo involucra temas viales y de transporte, sin embargo, no es así, de allí que construir propuestas deba verse como un proceso donde esté presente la interacción de diversos actores, tanto del orden gubernamental como del privado; del mismo modo, debe sustentarse en una parte legislativa, económica y ambiental, las cuales en conjunto generan una respuesta global.
Dentro de esta interacción uno de los puntos más relevantes se relaciona con el crecimiento urbano, hecho que en las últimas décadas se ha convertido en el “mal” que se esconde en las sombras.
Cada año se pueden ver nuevas construcciones, como los bordes de las ciudades cambian y en un par de años un lugar donde apenas se podían ver casas, se convierte en una concentración masiva de viviendas que requieren servicios y que de un momento a otro se encuentran tan saturadas que la implementación de los mismos se transforma en un reto difícil de abordar, y aunque claramente esto se percibe como algo negativo es la forma en la que las ciudades del país se han expandido.
Datos mostrados en el 2018 por INEGI muestran que la Ciudad de México creció a un ritmo tres veces superior al de su población, percibiendo que la ciudad pasó de contar con 61,820.37 hectáreas en 1980 a 235,267.873 hectáreas en 2017, generando un panorama desalentador.
Esta visión urbana conlleva un gran número de desafíos, desafíos que podrían abordarse de otra manera o que en algunos casos no tendrían que existir si las políticas vinculadas al desarrollo urbano se construyeran en base a una planificación solvente, responsable tanto social como ambientalmente y de allí que la aplicación de modelos como el de Desarrollo Orientado al Transporte (DOT)sean fundamentales para poder lograr los avances deseados.
Actualmente nos encontramos en una situación compleja en temas de movilidad, temas que con el paso del tiempo solo se van agravando, y es que según datos de INEGI en 1990 el 71% de la población en México radicaba en localidades urbanas mientras que en el 2020 este número avanzó hasta ser el 79%; es un número que sigue una tendencia de crecimiento, uno que se ha disparado en diversos puntos del país de una manera tan desproporcionada que da como resultado la generación de más y más problemas en vez de poder solventar los que ya se existen. Y es que diariamente se observa que las ciudades no son solo focos de empleo, educación y desarrollo, también son centros de contaminación, delincuencia, gentrificación y desigualdad, convirtiéndose en temas trascendentales que deben abordarse para poder generar los cambios en la movilidad que se requieren, porque la suma de todas merman la forma en la que esta se lleva a cabo y aunque algunas de ellas influyan de manera “indirecta”, existen otras que lo hacen de manera directa.
Uso desproporcionado del suelo
El avance territorial de la mancha urbana de la Megalópolis del centro de México muestra que en los últimos 16 años ha tenido un incremento general de 170%.
Altos tiempos de viaje
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el tiempo promedio de viaje de ida al trabajo en transporte público en la Zona Metropolitana del Valle de México es de 71 minutos.
Un creciente uso de vehículos particulares (automóviles y motocicletas)
- En el 2020 el uso del automóvil en México era utilizado por el 13% de los habitantes, cifra que sufrió un incremento del 11% desde que se reportó la existencia del Covid-19.
- El parque vehicular de motocicletas en nuestro país incrementó alrededor del 15%, en el 2023, reportando una cifra de al menos 7 millones de unidades, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
- En el 2021 el parque vehicular nacional cerró con 33 millones de vehículos, de los cuales más de un 50% de ellos eran de uso particular.
Congestionamiento vial
En el 2022 la consultora Inrix mostró que la ciudad de Monterrey quedó en el puesto 11 de las urbes con mayor congestión de tránsito del mundo, mientras que la CDMX quedó en el rango 22. En el caso de Monterrey la consultora mostró que la situación se agravó en 108% respecto al 2019.
Desigual social y de servicios
En América Latina, incluido México, en promedio solamente el 43% de la población urbana tiene acceso conveniente al transporte público.
Los datos mostrados señalan que la planeación urbana no solo impacta directamente con la forma en la que la población de esta se traslada, sino también en la que está es accesible a diversos servicios, como lo es el transporte público. Y es que es indispensable incidir de manera puntual en cada una de ellas para poder alcanzar la movilidad que por derecho debemos tener, porque al final de nada servirá que el transporte público crezca si la cantidad de autos particulares y motos aumenta como producto de que las distancias se han disparado, aunada a las nulas políticas vinculadas con la adquisición de los mismos, porque es igualmente increíble como en un par de meses nuevos centros habitacionales sin una guía adecuada se forman, eso sumado a las deficientes políticas de vivienda que se generan para poder combatir la forma en la que cada elemento ocupa su lugar en la ciudad.
Por ello se deben generar los compromisos, los planes, las puestas en marchas y las adecuaciones necesarias para que el crecimiento de las ciudades en México cambie, porque en un punto, ya no solo se van a ver como los grandes ejemplos de congestión vial o de un desbordamiento poblacional, sino como los focos donde temas relacionados con la escasez se van a convertir en temas del día a día y es que de acuerdo con ONU-Habitat las ciudades producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, porcentaje muy ligado con el transporte.
Por lo tanto, debe verse a la planeación urbana como la gran aliada para poder realizar una transición no solo energética en el sector de la movilidad, sino sobre todo el de su aspecto público, y también de carácter social, ambiental y económica, porque nadie niega la importancia del transporte en nuestras vidas, pero del mismo modo no se puede ocultar su impacto en las mismas, impacto que como se puede ver no nace solo, nace de un contexto urbano que en México no favorece los grandes cambios que buscan darse.