Escrito por:Gesael Zentella, Arquitecto y Especialista en Espacio Público / Contacto: gesaelzentella@gmail.com
Desde los albores de la civilización, la movilidad ha sido un componente crucial para la humanidad, interconectando lugares y propósitos. Esta esencia se manifestó vívidamente el 21 de abril de 1325, cuando un eclipse lunar señaló la fundación de Tenochtitlán, como indica Jesús Galindo Trejo, arqueoastrónomo de la UNAM. Las culturas prehispánicas, con su sabiduría ancestral, establecieron sistemas de infraestructura, como las chinampas, que son precursores de lo que hoy conocemos como infraestructura verde: estructuras diseñadas para armonizar con el medio ambiente y beneficiar tanto a la naturaleza como a la humanidad.
La infraestructura verde, que resumimos en adelante como IV, a pesar de ser un concepto con raíces profundas, ha experimentado una evolución reciente en su conceptualización. Es un error simplificarlo en el imaginario de aplicaciones “trendy” solo como muros verdes y palmeras a la IV. Sin embargo, su alcance es mucho más profundo y complejo. La IV abarca una variedad de metodologías diseñadas para mejorar la calidad de vida a través de servicios ecosistémicos adaptados a las especificidades regionales, ya sea desde técnicas de acupuntura urbana hasta compromisos con tratados internacionales.
México, reconociendo la versatilidad de la IV, la ha adoptado con entusiasmo, orientándola hacia la resolución de crisis ambientales y al diseño con un enfoque en salud, lo que ha permitido beneficios a lo largo del territorio y en diversas regiones (norte, centro y sur), implementando estrategias de IV a través de cinco ejes rectores: biodiversidad, agua, calidad del aire, espacio público y movilidad.
Dicho esto, conforme nuestra población urbana se expande, superando ya los 22 millones de habitantes, la movilidad en zonas urbanas y metropolitanas se convierte en un desafío. Por ejemplo, en los últimos años se ha venido impulsando y ejecutando acciones de movilidad de bajas emisiones como lo es la peatonalización, la entrada en operación con sistemas de transporte masivo, y soluciones de última milla como lo son las ciclovías.
A pesar de ello, la calidad del aire sigue siendo un reto considerable. Instituciones como el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM y el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias han detectado niveles de contaminantes, como carbono y partículas suspendidas P.M. 10 y P.M. 2.5, que exceden las normas permitidas de exposición a nivel de nariz en las ciclovías del centro y sur de la Ciudad de México. En este contexto, es esencial aplicar técnicas de IV para mitigar estos contaminantes, siempre con un diseño que priorice la salud. Un ejemplo de ello, mediante la aplicación de consideraciones de IV y la implementación de una ciclovía, es:
1. Vegetación (como parte de la atención a la biodiversidad): Analizar a escala de usuario las vías confinadas junto al arroyo vehicular para considerar la exposición casi directa entre nariz y escape. Esta perspectiva nos guía a seleccionar vegetación nativa que sea adaptable a las condiciones urbanas. Además de identificar especies que requieran poco mantenimiento y que sean resilientes a las crisis. Integrando esta vegetación, creamos un ambiente más agradable para los usuarios. Aportamos beneficios como la regulación de la humedad relativa, captación de partículas suspendidas y el fomento de la biodiversidad a través del diseño orientado a especies poliníferas. Adicionalmente, la vegetación contribuye a la mitigación de la evapotranspiración, actúa como un amortiguador acústico y estético y, en relación con la seguridad vial, puede servir como barrera natural entre el tránsito vehicular y las ciclovías.
2. Agua: Dada las crisis que hemos comenzado a experimentar en cuanta a la falta de agua. Existen técnicas de “IV” que se pueden implementar en la creación de ciclovías y que nos permiten hacer una mejor gestión del agua ya sea por precipitación pluvial, recuperación o tratamiento de esta. Por ejemplo, podrían ser los nodos de retención en espacios vacantes, filtración e infiltración.
Además, estos sistemas no sólo gestionan las aguas pluviales, sino que también recargan acuíferos, filtran contaminantes y ofrecen espacios estéticos y de biodiversidad. Al mismo tiempo, pueden minimizar la necesidad de infraestructuras de drenaje convencionales y costosas.
3. Calidad del Aire: Seleccionar especies vegetales que sean eficientes en la captación de partículas contaminantes del aire y que ayuden en la fotosíntesis para convertir CO2 en oxígeno, así como la aplicación de tecnologías para dotar de datos más “reales” a los que vivimos día a día, las estaciones de medición no están a una altura que nos pueda dar un dato de cómo se vive la ciudad a nivel peatón.
Al mejorar la calidad del aire, se beneficia la salud de los ciclistas y peatones, se reduce la temperatura urbana y se mitigan los efectos de los gases de efecto invernadero.
4. Mejora del espacio público: Integrar espacios de recreación y esparcimiento los cuales puedan tener beneficios multifuncionales como descanso, señalización de biodiversidad, mobiliario urbano hecho de materiales sostenibles, y promover la integración con espacios verdes circundantes.
Una ciclovía bien diseñada puede actuar como un corredor ecológico, conectando diferentes áreas verdes y promoviendo la biodiversidad. Además, puede fomentar la interacción social y convertirse en un destino en sí mismo, más allá de ser simplemente un medio de transporte.
5. Mejorar la movilidad: Una ciclovía que se integre perfectamente con el entorno y con otras infraestructuras de movilidad puede promover un transporte más sostenible, reduciendo la dependencia de vehículos motorizados y minimizando la congestión y la contaminación.
En conclusión, la movilidad sostenible en México, y en especial en sus áreas urbanas y metropolitanas, exige una reflexión profunda y un compromiso genuino hacia la implementación de soluciones basadas en la infraestructura verde.
Como país con una rica tradición de coexistencia armoniosa con la naturaleza, manifestada en innovaciones ancestrales como las chinampas, México está en una posición única para liderar la adopción de la IV en la solución de desafíos urbanos contemporáneos. Las ciclovías, si se diseñan e implementan correctamente con un enfoque integral de IV, no sólo pueden facilitar la movilidad, sino también contribuir significativamente a la mejora del medio ambiente, la salud pública y la calidad de vida de millones. Es imperativo que, como sociedad, reconozcamos el potencial de la IV y trabajemos colectivamente para su implementación efectiva, garantizando un futuro más saludable, resiliente y sostenible para las generaciones futuras.