En México, es usual que los empleadores, gerentes de empresa y el público en general consideren la actividad del conductor como una actividad de “segunda” y, por lo tanto, la actividad es administrada como un oficio de orden común. Ciertamente, a pesar de que se requieren de 164 a 196 horas de capacitación (36% de teoría y 64% de práctica) dependiendo del tipo de vehículo —camión unitario o tractocamión— para obtener las licencias federales, que son las más estrictas en términos de requisitos, basta con saber leer, por lo que se requiere poca cualificación y pocos años escolares.
Sin embargo, esta actividad se debe considerar como un trabajo especializado, en el que las personas se exponen a riesgos y exigencias, no sólo derivadas de la organización y división técnica del trabajo —tales como estructuras del mercado, jornadas, rotación de turnos, ritmo intenso y trabajo nocturno— que pueden afectar tanto la fisiología como la salud mental del individuo, y que pueden ocasionar lesiones y hasta la muerte.
A pesar de que se requieren de 164 a 196 horas de capacitación(36% de teoría y 64% de práctica) dependiendo del tipo de vehículo —camión unitario o tractocamión— para obtener las licencias federales, que son las más estrictas entérminos de requisitos, basta con saber leer, por lo que se requiere poca cualificación y pocos años escolares.
No obstante, demeritar esta actividad es un pensamiento anacrónico que provoca que a esta ocupación no se le otorgue la importancia debida y, por lo tanto, muchos trabajadores del volante laboran en un contexto informal donde el pago de sus servicios, en gran proporción, es por destajo, en condiciones precarias, sin beneficios, prestaciones o seguridad social.
La teoría sobre los choferes y su impacto en la movilidad y la cadena de suministro aún no es contundente y clara para identificar y valorar los factores que inciden sobre el desempeño del chofer y cómo este influye en la calidad del servicio de transporte y, por lo tanto, en la competitividad de las empresas.
Es evidente que, en México, las investigaciones sobre la actividad de conducir se han concentrado en las condiciones laborales y de salud, y no se han considerado índices organizacionales como el ausentismo o la deserción laboral. No obstante, en México, es una práctica común que los choferes desarrollen sus actividades en condiciones precarias de trabajo; aunque es un tema poco estudiado, el deterioro de las condiciones laborales y de sus ingresos ha sido un argumento recurrente del sector, generando serias inconformidades que dificultan las operaciones logísticas, afectando y poniendo en riesgo la movilidad de personas y mercancías.
Demeritar la actividad del conductor es un pensamiento anacrónico que provoca que a esta ocupación no se le otorgue la importancia debida y, por lo tanto, muchos trabajadores del volante laboran en un contexto informal, condiciones precarias, sin beneficios, prestaciones o seguridad social.
Ciertamente, se puede inferir que esto ha sido uno de los factores que ha mermado la fuerza de trabajo, provocando la escasez de conductores de camión, además de la falta de programas de capacitación para formar a las nuevas generaciones con un enfoque en las necesidades actuales de la operación logística. Es importante señalar que los conductores de camión se encuentran sumergidos en un campo laboral altamente informal, lo que hace que se contraten sin protección social y en un ambiente laboral poco estable.
Bajo este contexto, se podría considerar que la eficiencia de los sistemas de transporte en México se encuentra en riesgo permanente, toda vez que en estos pudieran estar participando conductores de camión con escasa preparación para realizar una actividad que requiere altos estándares de servicio; enfermos y sometidos a estrés, inestables social y psicológicamente, con problemas de personalidad, estilos de vida no saludables, fuera de un sistema de organización patronal, con un ambiente inseguro en el trabajo, insatisfacción laboral y personal, y explotación en su jornada de trabajo; todo esto, como producto de la estructura del mercado del sector transporte, que los somete a un régimen laboral de fuertes exigencias y que niega, de forma constante, su derecho de tener mejores condiciones laborales.
En México, las investigaciones sobre la actividad de conducir se han concentrado en las condiciones laborales y de salud, y no se han considerado índices organizacionales como el ausentismo o la deserción laboral.