Escrito por: José Giberth García Campoy / fotca / ceo@fotca.mx
Si nos remontamos a los inicios del transporte en general, tanto de carga como de pasajeros, en cuanto a los operadores (choferes), encontramos que muchos de ellos, se hicieron por la praxis, entre quienes ya dominaban el arte de conducir, y aquellos que emprendían por necesidad, anhelo o simplemente, como alternativa de encontrar un trabajo u oficio. La cantidad de unidades de transporte era mínima y controlable por las autoridades correspondientes, a tal grado que, existían filtros, como exámenes médicos, teóricos y de habilidades, en sedes, en las principales ciudades o regiones del país.
Los años pasaron y las luchas por derechos de los operadores cambiaron, con cada periodo gubernamental los requisitos se fueron eliminando; terminando, en solo el pago de impuesto, para acceder a la licencia o tarjetón requerido, mecanismo simple, que los propios gremios y líderes transportistas (gestores con atribuciones y decisiones), emitían.
Esto llevó a que los filtros, se desvirtuaran a tal magnitud que la propia SCJN falló a favor de varios usuarios de los servicios, de pagos de aseguradoras, que en su contrato de seguro se limitaban al intento de rechazo para tratar de ahorrar obligaciones.
Esto originó el descontrol en la cantidad de accidentes, que terminaban en tragedias a cada rato; ante el gran tamaño del problema, los gobiernos empezaron a recibir recomendaciones internacionales de organizaciones muy importantes en el tema, y México no se quedó atrás, a tal grado que con el apoyo de estudiosos y expertos en 2014 el Congreso de la Ciudad, emitió la LEY DE MOVILIDAD DE LA CDMX, (cabe señalar que se tomó de guía prácticas de países sudamericanos en particular de Colombia) y a partir de allí se crearon Leyes para corregir y fincar responsabilidades para evitar anomalías en el servicio. Uniéndose a los cambios adquiridos por algunos otros en Latinoamérica.
Como un paréntesis cabe mencionar los siguientes datos: En la década de los 90’s los indicadores de salud, determinaron que la población mundial tiene muy malos hábitos de salud, que generan enfermedades como: la HIPERTENSIÓN, DIABETES, OBESIDAD, COMORBILIDADES, DISLIPIDEMIAS, DEFICIENCIA VISUAL, entre otras, y revisando datos del INEGI, en la CDMX del 2020, aumentaron crónicamente, ya que nosotros como población consumimos alimentos procesados; esto se da ante un boom de consumir y adquirirlos con facilidad en las llamadas tiendas o minisúper, además que el acceso fácil a gaseosas endulzadas como medio de hidratación, el uso de grasas y exceso de harinas, facilitó el incremento de enfermedades.
Otro dato muy grave de comparación, del 2010 al 2020, son los problemas de agudeza visual que se incrementaron de 110 mil a 800 mil en solo una década a nivel nacional. A lo que, el 30% de la población presenta un problema visual y los más comunes son: miopía y astigmatismo.
Regresando al tema con los datos de salud, y los existentes dan que con las leyes emitidas, los operadores y conductores en general quedan descartados en obtener una licencia o tarjetón vigente y con ello, quedaría cerrada toda la posibilidad de contratación. Ejemplo testimonial, se ha dado con los proyectos de movilidad a nivel empresarial, desde la creación del Metrobús, y el más reciente el Trolebús Elevado.
Esto a nivel de administración, con participación directa del Gobierno de la Ciudad de México. Y si hablamos de otros transportes, también está pasando en los nuevos ramales que se han convertido en empresas, y que están intentando llevar un mejor control; cosa que no sucede en el transporte individual, que es un desorden, y que, sigue entrampado con ejercicios, donde gestores llamados líderes, actúan para controlar todos los trámites, eliminando requisitos para darle oportunidad a todos; en pocas palabras no importa si las personas (operadores) están sanos o no, generando problemas y desgracias.
Comúnmente, a los que no se contratan formalmente, encuentran oportunidades en rutas en desarrollo, es decir, los tolerados en las orillas o periferias de la ciudad, sobre todo en perímetros de difícil acceso, como son montaña o asentamientos irregulares; otros se escudan en lo mototaxis o servicios de barrio, y taxis piratas.
Desafortunadamente, si no presentan enfermedades, en su mayoría suelen ser consumidores de drogas o alcohólicos; factores de alto riesgo para transportar vida o cargas. Vicios o enfermedades que hasta algunas empresas soportan con tal de prestar un servicio de transporte, usando los pretextos del estrés, convivencia o simplemente justificar como un hábito de consumo. Unos de los graves problemas ante lo escrito es que las autoridades e instituciones de control y de sanción se limitan solo a detectar el estado de los conductores, sin atacar la raíz del problema como atención de política de salud.
No todo se centra en la salud, también la falta de alfabetización, limitación para los operadores por falta de estudios y capacitación, ya que no son capaces en reconocer las señales viales más comunes para prevenir riesgos, no saben leer y mucho menos existe un pensamiento de compresión de riesgos y obligaciones. Esto los vuelve más vulnerables a chantajes y corrupción.
Ante lo expuesto, es importante hacer una pausa, analizar y revisar, porque los sectores están faltos de personal operativo que sea capaz de entender lo que es transportar vida, y de los riesgos que pueden suceder en la calle. Los comportamientos son tan simples, que el andar diario, desde lo más simple, como lo es una bici, seguido de motos, autos, camiones y equipo especial, resulta reprobable sin la necesidad de una evaluación o revisión.
Es por ello por lo que, los escenarios para mejorar e impulsar con responsabilidad la nueva Ley de Movilidad y Seguridad Vial se encuentran lejos de alcanzar sus objetivos; mientras no se comience a corregir, prevenir y dar el seguimiento; esta bola de nieve seguirá creciendo con números negativos para la movilidad. Pero si comenzamos a darle el cauce correcto, los focos rojos se reducirán y se podrán lograr resultados increíbles. Sumando personas comprometidas, que deseen laborar y participar en temas de transporte, que puedan llegar a ser protagonistas de la movilidad del transporte en general.