En México, la velocidad con la que se conduce en las zonas urbanas no solo es una cuestión de prisa: es un factor letal. A pesar de que el exceso de velocidad es reconocido como una de las principales causas de muertes y lesiones graves en siniestros viales, las medidas para regularla y fiscalizarla son escasas o inefectivas en buena parte del país. En este contexto, los expertos urgen a las autoridades a implementar con rigor políticas como las Zonas 30, pensadas para proteger a los más vulnerables: peatones, ciclistas y motociclistas.
Reducir la velocidad máxima a 30 km/h en zonas urbanas salva vidas, especialmente la de peatones, ciclistas y motociclistas; además, mejora la convivencia vial y reduce el impacto ambiental.
El peligro oculto en la velocidad
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo de muerte para un peatón impactado por un vehículo disminuye drásticamente si este circula a 30 km/h o menos. Sin embargo, en muchas ciudades mexicanas se permite circular a 50 km/h —y en la práctica, incluso más— sin sistemas reales de control.
Reducir la velocidad máxima en calles urbanas es una medida costo-efectiva para salvar vidas. Pero en México, hay una cultura muy permisiva con la velocidad y poca infraestructura para fiscalizarla”, advierte Silvia Mendoza, especialista en movilidad segura de la organización Refleacciona con Responsabilidad.
La Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, aprobada en 2022, establece que los gobiernos deben priorizar la seguridad de las personas en el diseño y operación de la vía pública. Esta ley recomienda 30 km/h como límite en zonas escolares, residenciales, hospitalarias y con alta presencia peatonal. No obstante, su implementación aún es incipiente.
¿Qué son las Zonas 30?
Las Zonas 30 son espacios urbanos delimitados donde la velocidad máxima permitida es de 30 kilómetros por hora. Se trata de un enfoque que ya ha sido probado con éxito en ciudades como París, Bogotá, Buenos Aires o Medellín.
En México, algunos municipios como Zapopan, Puebla y la alcaldía Benito Juárez en CDMX han empezado a implementar este tipo de zonas, con beneficios medibles. “En la zona 30 de Benito Juárez, las muertes por hechos de tránsito bajaron un 40% en el primer año de aplicación”, indicó en su momento la Secretaría de Movilidad capitalina.
México enfrenta una falta crítica de control efectivo sobre la velocidad, por lo que urge implementar medidas como fotomultas, rediseño vial y Zonas 30 para cumplir con la Ley General de Movilidad y reducir muertes prevenibles.
La falta de control: una omisión letal
Uno de los mayores obstáculos para consolidar una política de gestión de la velocidad en México es la falta de sistemas de fiscalización: fotomultas, radares de velocidad, personal capacitado o incluso señalización clara.
El problema no es solo la ley, sino que no hay forma de hacerla cumplir. Las calles no tienen radar, los policías de tránsito no siempre están capacitados, y la ciudadanía percibe la velocidad como algo relativo, no como un riesgo real”, explica Arturo Cervantes, presidente de la Alianza Nacional para la Seguridad Vial (ANASEVI).
Además, muchas ciudades han dado marcha atrás a sistemas de sanción automatizada debido a una percepción de que las fotomultas son recaudatorias, cuando en realidad países como España o Chile han demostrado que bien implementadas salvan vidas.
La oportunidad de las ciudades pequeñas y medianas
Aunque la Ciudad de México y Guadalajara lideran algunas políticas de seguridad vial, expertos destacan que las ciudades intermedias y pequeñas tienen una gran oportunidad de implementar modelos preventivos desde ahora, sin necesidad de pasar por crisis más graves.
Implementar Zonas 30 no requiere grandes inversiones, sino decisión política y voluntad de rediseñar la calle. Pintar pasos peatonales, reducir el ancho de carriles, instalar topes suaves o bolardos puede ser suficiente para cambiar la conducta de los conductores”, afirma Mariana Orozco, experta en diseño urbano y asesora de la Estrategia Nacional de Movilidad y Seguridad Vial.
¿Qué falta para lograr el cambio?
Hacia una nueva cultura de movilidad
Para que las Zonas 30 y la gestión de la velocidad sean efectivas, se requiere más que cambiar señales. Es necesaria una transformación cultural que involucre a conductores, planeadores, autoridades y ciudadanía en general.
“La velocidad es una decisión personal, pero también un fenómeno estructural. Las calles están diseñadas para ir rápido, y eso incentiva la conducta peligrosa. Hay que cambiar la forma en que pensamos y construimos nuestras ciudades”, concluye Silvia Mendoza.