A cinco años del 2030 es crucial garantizar que las soluciones de movilidad incluyan a todos los mexicanos, no solo a los de las grandes urbes - Pasajero7

A cinco años del 2030 es crucial garantizar que las soluciones de movilidad incluyan a todos los mexicanos, no solo a los de las grandes urbes

PADILLA DIC

Con el 2030 a la vuelta de la esquina, en un escenario en el que no habíamos tenido conciencia de todo lo que falta para completar, ya no digamos los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) planteados por Naciones Unidas (ONU), sino fundamentalmente aquellos relacionados con la movilidad, es necesario considerar que el tiempo no está de nuestro lado.

La movilidad es un objetivo transversal, necesario para la consecución de muchos de los  ODS. Su utilidad destaca especialmente en el Objetivo 11: Ciudades y Comunidades Sostenibles. La gestión de núcleos urbanos es uno de los desafíos del siglo XXI, ya que la población del mundo sigue concentrándose en ciudades y se pronostica que para el año 2030 dos tercios vivirá en áreas urbanas.

Por ello, es inevitable reflexionar sobre el impacto que tendrá este crecimiento en las ciudades, especialmente sus efectos sobre la movilidad.

Las ciudades han experimentado un crecimiento en extensión y población sin precedentes. En 2015, 4 mil millones de personas vivían en ciudades y se prevé que para 2030 aumente hasta los 5 mil millones. Por tanto, una planificación en la movilidad de sus habitantes se hace imprescindible para que nuestras ciudades sean sostenibles y habitables, así como inclusivas, seguras y resilientes.

En consecuencia, el futuro de la movilidad en México para el 2030 perfila importantes retos, influenciados por avances tecnológicos: cambios en las políticas públicas; sostenibilidad y urbanización; el cambio de la matriz energética, con vehículos de combustibles fósiles a la electrificación del transporte; movilidad compartida y servicios de transporte de plataforma; autonomía y conectividad en los vehículos; infraestructura de movilidad sostenible; intermodalidad y planificación urbana; reducción de la congestión y la contaminación; así como desarrollo de la movilidad rural.

México está comenzando a adoptar el uso de vehículos eléctricos, por lo que para 2030 es probable que esta tendencia se acelere debido a los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la calidad del aire en las grandes ciudades.

La gestión de núcleos urbanos es uno de los desafíos del siglo XXI, ya que la población del mundo sigue concentrándose en ciudades y se pronostica que para el año 2030 dos tercios vivirá en áreas urbanas; por ello es inevitable reflexionar sobre el impacto que tendrá el transporte público en el crecimiento en las ciudades. 

El modelo de movilidad compartida también podría expandirse en 2030, con una mayor oferta de vehículos, tanto privados como de transporte público. Por ende, las plataformas de vehículos compartidos deberán integrar vehículos eléctricos o híbridos, lo que haría que el transporte a demanda fuera más accesible, eficiente y ecológico.

La tecnología de vehículos sin operador, con asistencia de sensores, cámaras y computadoras para percibir el entorno, tomar decisiones y desplazarse, capaz de detectar la presencia de peatones y vehículos cercanos, medir distancias y detectar superficies irregulares en la carretera, seguramente llegará a tener un gran impacto en la movilidad en México, especialmente en las áreas urbanas más desarrolladas. Para 2030 se espera que las flotas de autobuses o trenes autónomos empiecen a operar en ciertas ciudades, lo que permitirá un servicio más eficiente y seguro, con menor costo operativo.

En ese escenario, los vehículos deberán estar cada vez más conectados a redes inteligentes, lo que permitirá optimizar las rutas, reducir la congestión del tránsito y ofrecer servicios personalizados a los usuarios.

La inversión en infraestructura será clave para asegurar que las nuevas soluciones de movilidad sean viables, por ejemplo, en redes de ciclovías, que tenderán a ser una prioridad en urbes como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.

Es importante recordar que, en materia de infraestructura, el gobierno mexicano inicia su gestión con la expansión ferroviaria como uno de los programas prioritarios de inversión en 2025. Las mayores inversiones se harán en el Tren Maya, el Tren México-Querétaro, el Tren Interoceánico y el Tren AIFA-Pachuca. Asimismo, se propone la modernización de los puertos estratégicos como Coatzacoalcos, Lázaro Cárdenas, Salina Cruz y Veracruz a fin de incrementar su capacidad logística.

También la infraestructura peatonal y de espacios públicos será necesaria, así como la infraestructura para movilidad eléctrica, que deberá incluir la instalación de puntos de carga no solo en áreas urbanas, sino también en rutas de largo alcance.

La intermodalidad será un concepto clave en las ciudades mexicanas del futuro. Esto implica que diferentes modos de transporte (buses, trenes, bicicletas, autos y otros) estarán integrados en un sistema eficiente, donde los usuarios podrán transferirse entre ellos con facilidad.

Las iniciativas para reducir la congestión y la contaminación de las grandes ciudades deberán ser prioritarias para el gobierno y las autoridades locales. Se pueden implementar más zonas de bajas emisiones en las principales ciudades mexicanas, donde el acceso de vehículos contaminantes sea restringido, lo que favorecerá el uso de transporte eléctrico, híbrido o compartido.

El uso de tecnologías como semáforos inteligentes, sensores en calles y la recolección de datos en tiempo real, permitirían una mejor gestión del tránsito, así como reducir los tiempos de espera y mejorar la fluidez vehicular.

Todos estos escenarios, algunos de los cuales son viables, pero otros apenas deseables, se encuentran en el futuro más probable para las ciudades, sin embargo, todos ellos describen un incremento de la desigualdad, fundamentalmente la que existe entre las zonas urbanas y rurales.

Es en las zonas rurales y en los cinturones urbanos donde probablemente continuarán creciendo fenómenos como el del hombre-camión, así como la inseguridad, por lo que será crucial garantizar que las soluciones de movilidad incluyan a todos los mexicanos, no solo a los de las grandes urbes.

En conclusión, la movilidad en México en 2030 probablemente será más sostenible, diversificada y conectada, con un mayor énfasis en la electrificación, la intermodalidad y la infraestructura verde; la adopción de nuevas tecnologías y modelos de transporte, junto con políticas públicas que prioricen la sostenibilidad y la inclusión. Sin embargo, esto dependerá de un esfuerzo coordinado entre los sectores público, privado y la sociedad civil.

Es en las zonas rurales y en los cinturones urbanos donde probablemente continuarán creciendo fenómenos como el del hombre-camión, así como la inseguridad, por lo que será crucial garantizar que las soluciones de movilidad incluyan a todos los mexicanos.