Escrito por: Lic. Leticia Escobar/ Delegada AIPSEV Edomex/ lety@escobar8.gmail.com
Las mujeres nos encontramos en un momento histórico en el que hemos alcanzado una conciencia que nos lleva a cuestionarnos sobre nuestro papel y participación en la sociedad. Nuestros ojos femeninos han empezado a dar una forma distinta al mundo en el que queremos vivir. En la ciencia, en el arte, en la política y en muchos otros ámbitos, es evidente el incremento de nuestra participación, pero esto representa todo un reto. Cada una de nosotras, al asumir un papel en estos espacios, debe ser consciente de que hubo una lucha previa de muchas féminas comprometidas con la causa de lograr una sociedad en equilibrio, con una participación real y representativa de las mujeres. Y aunque aún falta mucho por hacer, es importante señalar que esta lucha ya nadie la detiene.
En el siglo XX, las mujeres de esa época ganaron varias batallas impensables para sus predecesoras, como “la generalización del acceso a la educación, y con ello, la apropiación de su conciencia; la incorporación masiva al trabajo remunerado, y con ello, la autosuficiencia” (Paredes B., 2021). Es justamente en este último punto donde quiero hacer énfasis, ya que el trabajo remunerado representa para nosotras, las mujeres, LA POSIBILIDAD (lo escribo con mayúsculas porque significa el acceso al logro) a alcanzar lo que hemos decidido plantearnos: una casa, una carrera, una mejor calidad de vida y una serie de beneficios que, si bien requieren esfuerzo, también representan autonomía y autorrealización. Estos factores nos brindan equilibrio emocional y psicológico, pero, sobre todo, nos hacen visibles para nosotras mismas, para nuestras familias y para la sociedad.
Ayudar a que las mujeres alcancen sus metas a través de su fuerza laboral es también invertir en el crecimiento de nuestro país. Así lo señala el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO): “México debería incorporar 18.6 millones de mujeres a su economía para 2025”; estimó que, de ser así, “en una sola década —de 2025 a 2035— el Producto Interno Bruto (PIB) nacional podría aumentar hasta 6.9 billones de pesos (630 mil millones de pesos) por año”.
Para que esto se logre, la gran mayoría de ellas tendrá que desplazarse a su centro de trabajo, por lo que es fundamental garantizar que puedan llegar en las mejores condiciones. Es imprescindible que, en su tránsito por el espacio público y el transporte, se sientan seguras, no violentadas, y que, sin importar la forma de desplazarse, el tipo de viaje que realicen o el horario en el que deban hacerlo, exista la garantía de que llegarán íntegras a su destino.
De acuerdo con los datos brindados en el documento Delitos Sexuales en México: Graves daños a la integridad física y emocional de las víctimas, de Aguirre Quezada Juan Pablo, publicado en febrero de 2024 en la página del Senado de la República, se reporta la siguiente información:
La movilidad segura es clave para la participación laboral de las mujeres. Según la SEDATU, en 2019 el 96% de las mujeres en la Ciudad de México fueron víctimas de violencia en el transporte público, lo que subraya la urgencia de garantizar traslados seguros.
Aunque estos datos no indican estrictamente que la violencia se ejerza en el espacio público, sí reflejan el incremento de agresiones en las calles y en el transporte público contra las mujeres.
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), en su documento Lineamientos para prevenir y atender el acoso sexual en el transporte público, publicado en junio de 2022, señala que, según datos de la ONU, en 2019 el 96% de las mujeres en la Ciudad de México fueron víctimas, al menos una vez, de algún acto de violencia en el transporte público, desde agresiones verbales y contacto físico forzado hasta persecución. En 9 de cada 10 casos, los agresores son hombres.
La movilidad cotidiana de las mujeres no debe normalizarse como un hecho violento al grado de que nos conformemos. Debemos hacerlo visible y brindar sororidad cuando veamos a una mujer en peligro o en alguna condición de riesgo, solicitando el apoyo de las autoridades.
Por nosotras, por nuestras madres, hijas, amigas y compañeras de vida: NO MÁS VIOLENCIA.
El trabajo remunerado representa para las mujeres autonomía y autorrealización, ya que les permite alcanzar metas como una casa, una carrera y una mejor calidad de vida, además de brindarles equilibrio emocional y psicológico.