El transporte público se ha constituido con la responsabilidad de ser un elemento cuya principal fuente de inspiración es la idea de definir un sistema que ayude a mejorar la calidad de los viajes, tanto en tiempo como, en muchos casos, en costo. Contribuye implícitamente a brindar mayor seguridad y confort, pero esa visión, aunque positiva, se ha quedado limitada para atender la cantidad de elementos que engloban nuestra sociedad actual.
Con la llegada de una nueva era de información, se ha podido contemplar de manera más directa la relación primordial que existe entre los sistemas de transporte y el entorno, desde una perspectiva cultural, social, económica y ambiental, mostrando que los nuevos proyectos vinculados a esta área deben contar con un enfoque amplio que busque brindar no solo un modo adecuado, eficiente y seguro para viajar, sino que también complemente áreas igualmente esenciales.
En diversas latitudes se ha observado el compromiso por establecer políticas que fomenten una cultura en la que los nuevos o incluso los antiguos modos de transporte estén inmersos en condiciones que ofrezcan a la población más que solo un asiento en los medios públicos de movilidad que circulan en una localidad. Porque al no hacerlo, se generan escenarios atípicos y, aunque me gustaría decir que los ejemplos son pocos, lo cierto es que no es así.
El transporte es un ente multimodal; la gente es muy diferente en cada punto de una ciudad o localidad, pero todos tienen cosas en común, y debemos hacer que cada parte tenga una respuesta que logre alcanzar una calidad de vida que todos deseamos tener.
Aumento de la congestión vehicular
En ciudades sin sistemas de transporte público eficientes, el uso de vehículos privados ha crecido en forma desproporcionada. Un ejemplo de ello es Lagos, ciudad de Nigeria, donde la falta de infraestructura adecuada ha provocado que los tiempos de viaje aumenten un 250% en las últimas dos décadas. En contraste, en ciudades desarrolladas como Londres, la implementación de un sistema de transporte como el London Underground ha reducido la congestión vehicular en un 20%
Mayor contaminación del aire
En la Ciudad de México, donde una gran parte del sistema de transporte público ha sufrido problemas de mantenimiento e inversión, se ha encontrado que los niveles de partículas PM2.5 en el aire son regularmente 50% más altos que los recomendados por la OMS, generando un alto impacto en el medio ambiente. En cambio, Copenhague, Dinamarca, con un transporte público bien desarrollado, ha reducido las emisiones de carbono en un 20% en los últimos 10 años.
Desigualdad social
En muchos países de América Latina, la falta de transporte público asequible y eficiente afecta de manera desmedida a las comunidades más pobres, que deben depender de medios de transporte informales, costosos e inseguros. En Bogotá, los habitantes de los barrios más pobres gastan hasta un 30% de sus ingresos en transporte. En cambio, en París, gracias a una red de transporte público más eficiente, el gasto en transporte representa solo un 10% del ingreso de los trabajadores de bajos recursos.
Dificultad de acceso a oportunidades laborales y educativas
En ciudades como Kinshasa, República Democrática del Congo, la mala infraestructura del transporte público limita el acceso a trabajos y escuelas. En comparación, en Berlín, Alemania, más del 95% de los ciudadanos tienen acceso a una parada de transporte público a menos de 500 metros de sus hogares, lo que facilita la movilidad y el acceso a oportunidades.
Aumento de la inseguridad vial
En muchas ciudades latinoamericanas, la mala implementación o la falta de transporte público obliga a los ciudadanos a utilizar sistemas que no cumplen con normas de seguridad vial. En Bogotá, Colombia, los accidentes de tránsito son responsables de 15 muertes por cada 100,000 habitantes, comparado con ciudades como Oslo, Noruega, que tiene una tasa de 2 muertes por cada 100,000 habitantes, gracias a su infraestructura y transporte seguro.
Impacto negativo en el turismo y la economía
Las ciudades con sistemas de transporte público deficientes o inexistentes son menos atractivas para los turistas y las inversiones internacionales. La Ciudad de Guatemala, por ejemplo, experimenta dificultades para atraer turistas debido a la falta de un sistema de transporte público seguro y accesible. En contraste, ciudades como Tokio, con uno de los sistemas de transporte más eficientes del mundo, reportan un crecimiento constante en el turismo y una economía robusta.
Problemas de salud pública
La falta de transporte público eficiente puede aumentar los problemas de salud relacionados con la contaminación y el estrés. En ciudades como Santiago, Chile, el 35% de los ciudadanos sufren enfermedades respiratorias vinculadas a la contaminación, mientras que en ciudades con mejor infraestructura, como Helsinki, Finlandia, los niveles de enfermedades relacionadas con la calidad del aire son significativamente menores.
Pérdida de calidad de vida
En las ciudades sin un transporte público adecuado, los largos tiempos de viaje y las dificultades de movilidad afectan directamente la calidad de vida. En Caracas, Venezuela, el tiempo promedio de viaje diario supera las 3 horas, lo que limita el tiempo disponible para la familia y el ocio. En cambio, en ciudades como Ámsterdam, Países Bajos, con un transporte público eficiente, el tiempo de viaje diario promedio es de 45 minutos, brindando una oportunidad para utilizar el tiempo de una manera más amena.
Con la llegada de una nueva era de información, se ha podido contemplar de manera más directa la relación primordial que existe entre los sistemas de transporte y el entorno, desde una perspectiva cultural, social, económica y ambiental.