Decadencia del Sistema de Bicicleta Pública en CDMX. Una crítica a la gestión y operatividad - Pasajero7

Decadencia del Sistema de Bicicleta Pública en CDMX. Una crítica a la gestión y operatividad

ecobici

El sistema de bicicleta pública en la Ciudad de México, que alguna vez fue un modelo de transporte sustentable y una herramienta para reducir la congestión vehicular, gracias a la lucha de miles de personas que se agruparon para exigir la autorización y regulación de este tipo de opciones de movilidad, y que, después de un largo camino de negociaciones y de consolidar criterios para su uso como alternativa de transporte, es importante hacer un alto para manifestar que, en la propia ciudad y su gente dedicada a oficios de toda índole, la bicicleta es una herramienta clave para sus actividades diarias: panaderos, albañiles, cerrajeros, afiladores, taqueros, lecheros, carteros, plomeros, electricistas, policías, mensajeros, obreros, voceadores, mecánicos, y muchos más, sin olvidar a los estudiantes, aun con la complejidad que refiere el uso del automóvil y las distancias que suelen ser grandes y conflictivas. Es decir, la bici siempre ha estado presente para la población, aunque haya sido ignorada por décadas ante los administradores en turno.

Con firmas de convenios que los políticos realizan en los diversos foros de todo el mundo, la administración no ha encontrado la forma de mejorar la situación y, en muchos casos, parece que han empeorado el panorama. Pareciera que se encuentran distanciados y peleados con la necesidad de crear una mejor ciudad y con mejores opciones de movilidad.

Las estaciones destinadas para ello están llenas de unidades descompuestas o en estado crítico. Los usuarios se enfrentan con la frustración de que al requerir el servicio de bicicletas, estas no funcionan, por lo que la confianza en el sistema se va perdiendo. La revisión y mantenimiento de las bicicletas, tareas fundamentales para asegurar su operatividad, parecen haber sido descuidadas por completo. Tal es el ejemplo de una estación a unos metros de un centro comercial en la colonia Narvarte, en donde parece un tiradero de fierros viejos, con fallas que llevan días allí como si fueran desechos. Tanto así que las aves de la zona las usan para hacer nidos y las llenan de excrementos donde se paran.

 El sistema de bicicletapública comenzó como un modelo de transporte sustentable y logró consolidarse gracias a la presión ciudadana. Actualmente, enfrenta una profunda crisis de operatividad, confianza y mantenimiento. 

La falla del servicio es tan grande que, en las redes sociales, un gran número de personas han realizado cápsulas y reportajes que dan testimonio de lo mal que se encuentra el servicio en general, hasta videos que dan testimonio de humor negro y ácido. No existe zona que pueda salvarse de la queja o difusión del mal servicio, superando por momentos otro tipo de manifestación en relación con medios de movilidad en la Ciudad de México.

La extensión del servicio, que prometía un mayor alcance y accesibilidad para los residentes de la CDMX, ha resultado ser un fracaso. Las nuevas áreas de cobertura no solo están mal gestionadas, sino que también carecen de la infraestructura necesaria para sostener la demanda. Sin una expansión efectiva y bien planificada, el sistema no puede cumplir su objetivo principal de ofrecer una alternativa viable de transporte.

Hablando de datos duros y crueles, el incremento de eventos por accidentes también aumentó para los usuarios, ya que las calles se encuentran en descuido y abandono; no hay vías exclusivas para la banda ciclista. La longevidad de este servicio, que con los años debería tener una madurez y mayor compromiso para todos los que habitamos y circulamos en esta gran urbe, se esfumó en los últimos meses.

Si sumamos la nula participación de las autoridades en general para dar tranquilidad y seguridad a los usuarios de bicicleta, nos lleva a ir en retroceso total. La ocupación de espacios exclusivos es un problema mayor, más con motos, bicis, patines y muros de autos y camiones que invaden sin ningún miedo cada que se les antoja. Los incidentes viales están disparados y fuera de control, aunado a que la atención de los servicios de emergencia es excesiva en el tiempo de respuesta, y qué decir de la canalización a nosocomios.

Muchas estaciones están llenas de bicicletas , abandonadas como si fueran chatarra. Hay ejemplos como el de una estación en la colonia Narvarte, convertida en nido de aves y foco de abandono. 

Paradójicamente, el cobro a los usuarios parece ser lo único que funciona de manera eficiente. Es evidente que, aunque la administración ha fallado en garantizar la calidad de las bicicletas y la operatividad de las estaciones, ha sido diligente en asegurar que los pagos se realicen sin problema. Este enfoque mercantilista evidencia una falta de compromiso genuino hacia la mejora del servicio y el bienestar de los usuarios. La actual administración cuenta con un sello muy particular que es RECAUDAR, RECAUDAR Y RECAUDAR.

Es importante señalar que la propia jefa del Ejecutivo local ha reconocido las deficiencias en el servicio que brinda ECOBICI en la actualidad y se ha limitado a responder que habrá investigación y sanciones económicas. Muy a pesar de la crítica documentada, aquí es importante mencionar que los cambios a este sistema de movilidad se efectuaron en la anterior administración y todo parece indicar que hay cosas no muy claras en la forma de los contratos y asignaciones que se dieron para la sustitución y modernización del parque vehicular, de las estaciones y del sistema de administración.

En este contexto, las bicicletas han pasado de ser una herramienta práctica y accesible para las personas, a limitarse a convertirse en meros objetos publicitarios. La administración utiliza las bicicletas para proyectar y fortalecer a sus anunciantes con una imagen de modernidad y buenos impactos en las zonas de presencia del servicio, siendo que lo único que sobresale de estas bicicletas es que están allí olvidadas y descompuestas.

En conclusión, el sistema de bicicleta pública en la Ciudad de México está atravesando una crisis de operatividad y gestión. Urge una revisión profunda y una reestructuración para recuperar la confianza de los usuarios y cumplir verdaderamente con su propósito de ofrecer una alternativa de transporte sostenible y eficiente. Es lamentable que en muchas otras ciudades del mundo, sí estén teniendo éxito por completo, y aquí la burocracia siempre pudriendo lo bueno.




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