Realizar un viaje en una ciudad puede ser una labor compleja, aunque depende en gran medida de la urbe a la que nos refiramos, de la ruta que tomemos, de nuestro origen y de nuestro destino, al igual que de las condiciones que tengamos, porque todo influye en la forma en la que nos relacionamos con el entorno y más si hablamos de transitar urbes mexicanas, sobre todo la Ciudad de México. Punto del mapa que el Centro de Globalización y Estrategia del IESE a través de la investigación IESE Cities in Motion Strategies 2024 la posicionó como la número 120 del mundo en temas de movilidad y el transporte. Cifra que nos debe hacer reflexionar acerca del camino que se está siguiendo, porque aunque las soluciones sobre movilidad requieren tiempo, las respuestas y puestas en marcha actuales no reflejan un parteaguas para que la situación mejore, y es que se ha habituado a que la mayoría de las ciudades latinoamericanas estén ranqueadas en los puestos más bajos, cuando claramente podríamos hacer más de lo que se está haciendo, otros lugares lo hacen, porque nosotros no, sobre todo considerando las condiciones ambientales presentes y las graves externalidades que día a día empobrecen la calidad de vida de los habitantes, aunque saber todo ello parece no ser suficiente.
Los cambios que se requieren son grandes, pero también los pequeños marcan una diferencia, incluso la suma de estos pueden dar mejores resultados y es que si hablamos de movilidad, los dos puntos que más generan impacto son el transporte público y la planeación urbana. Ambos son fundamentales y es casi imposible concebir una ciudad adecuada sino se fortalecen, sin embargo, aunque son los actores centrales, alrededor de ellos navegan otros igualmente significativos, destacando el componente de la accesibilidad urbana, concepto que se describe como “la facilidad con la que cualquier persona puede acceder a los diversos espacios exteriores en su entorno” (BIDEA, 2022).
La definición es clara y directa, aun así, carece de profundidad, ya que bajo una perspectiva más amplia la accesibilidad urbana debe entenderse como “la capacidad que tiene cualquier persona de acceder a una proliferación equilibrada de áreas verdes, fuentes de servicios (empleo, educación y recreación), sistemas estructurados de transporte y espacios caminables universales, todo situado en suelos de usos mixtos y compactos”.
La importancia de poder profundizar en el concepto se basa en que una ciudad no puede ser accesible si no se visualiza un espectro multifactorial de elementos y menos si se busca generar un impacto en una urbe como la CDMX.
CDMX; un paraíso gris, áspero y distante
La Ciudad de México es el segundo lugar geográfico más poblado del país, encapsula a más de 9 millones de personas (CUÉNTAME, 2020) y si lo unimos con el Estado de México el número se dispara hasta más de 26 millones (CUÉNTAME, 2020), pero esto ya no solo es la masiva cantidad de habitantes, sino que cada una tiene que desplazarse para poder cubrir alguna necesidad, por lo que se vuelve reiterante saber en qué condiciones se hace y la facilidad con la que se puede lograr, y esto toma aún más relevancia cuando datos mostrados por la ONU señalan que para el 2030 el 60% de la población mundial radicará en ciudades (ONU-Habitat, 2021). Número que alcanzará el 70% para el 2050 (UNIDAS, 2023), mostrando una clara tendencia de crecimiento, lo que evidencia que tenemos que asegurar que los centros urbanos estén listos para este cambio, cosa que por el momento no parece ser así y más si vemos que en el año 2020 el 79% de la población mexicana ya habitaba zonas urbanas, mientras que solo el 21% lo hacía aún en espacios rurales (INSTITUTO, 2021). Proyecciones que muestran el paso que está siguiendo el país.
Los altos porcentajes de población no son el único problema, ya que se debe sumar a la conversación un grupo significativo de variables.
El Índice de las Ciudades Prósperas (CPI) expone que la superficie de la mancha urbana de la capital del país en las últimas décadas presentó una tendencia de crecimiento tres veces superior al de su población (ONU-HÁBITAT, 2018). Dotando a la urbe de un mayor grado de marginación, sobre todo para la gente que reside en la periferia.
En cuestión de recorridos se muestra en el Informe de Moovit 2022 que la duración media de los trayectos en la CDMX rondaba los 146 minutos, recorriendo en promedio 20.12 km. En comparación, la ciudad de Nueva York presentó una duración de 116 minutos, recorriendo una distancia similar (20.56 km), con la diferencia primordial de hacerlo en 30 minutos menos.
La CDMX es el segundo lugar geográfico más poblado del país, encapsula a más de 9 millones de personas y si lo unimos con el Estado de México el número se dispara hasta más de 26 millones, pero esto ya no solo es la masiva cantidad de habitantes, sino que cada una tiene que desplazarse para poder cubrir alguna necesidad.
De igual manera, de acuerdo con la Encuesta Origen-Destino 2017, en ese año el número aproximado de motocicletas que circulaban en la CDMX era de 160 mil, para 2022 el número se incrementó hasta alcanzar las 528 mil y para este año la Secretaría de Movilidad (SEMOVI), sostiene que ya hay 700 mil motos circulando en la capital (EXCÉLSIOR, 2024). A este número se le suman los 5.6 millones de automóviles particulares que circulaban en el año 2021 (NEXOS, 2023), valor que para este nuevo año podría alcanzar una cifra aproximada de 6.14 millones, tomando en cuenta una tasa de crecimiento anual de 3.22% (SEMOVI, 2020).
El panorama se ve aún más desalentador cuando nos damos cuenta que la superficie de área verde promedio por habitante en la ciudad es de solo 7.54 m² (SEDEMA, 2017). Dato que palidece con los 64.50 m² por habitante que se perciben en Curitiba, ciudad brasileña (EL PAÍS, 2016), y aunque es claro que existe una diferencia significativa entre ambas urbes, no se puede aminorar la clara tendencia que se muestra en el territorio mexicano, una que nos dice que el aspecto gris es el que impera.
En conjunto, hay una serie de constantes elementos que muestran de manera asertiva la falta de compromiso por el desarrollo sostenible de la ciudad y la terrible aceptación que sufren los habitantes a las condiciones que parecen no ser diferentes. Asimismo analizar el panorama general no es sencillo, sin embargo, se debe tomar en cuenta, como ya se mencionó, que es muy difícil o casi imposible poder generar un impacto predominante si el transporte público y la planeación urbana se siguen distanciado de todos los otros elementos que lo engloban.
El Informe de Moovit 2022 señala que la duración media de los trayectos en la CDMX rondaba los 146 minutos, recorriendo en promedio 20.12 km. En comparación, la ciudad de Nueva York presentó una duración de 116 minutos, recorriendo una distancia similar (20.56 km), con la diferencia primordial de hacerlo en 30 minutos menos.