Por Mercedes Martínez
Aunque con un arranque tardío, México ha acelerado el paso rumbo a la electrificación de la movilidad y el transporte, una de las fuentes más importantes de emisiones contaminantes. Es en el ámbito de la electromovilidad donde ya se perciben algunos avances a nivel local: el uso de autos y buses eléctricos en sustitución de los alimentados por diésel, por ejemplo.
A principios del pasado mes de febrero, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) presentó su hoja de ruta rumbo a la electrificación mediante el “Diagnóstico y Recomendaciones para la Transición de la Industria Automotriz”, elaborado en conjunto con la Universidad de California.
Según el mismo documento, con éste se “busca identificar los retos y los pasos necesarios para garantizar una transición ordenada y eficiente hacia la producción de vehículos eléctricos en México”. El documento apoya a “la evolución del sector automotriz de una manera segura y ecológicamente responsable”.
En teoría, las 28 recomendaciones o puntos para guiar las acciones del sector público, privado, y académico, que conforman el proyecto abarcan temas como:
- Política de innovación
- Desarrollo de centros tecnológicos
- Desarrollo en materia de economías circulares.
- Revisión de normas y programas de reciclaje y disposición de baterías.
- Necesidades en materia educativa y de recursos humanos para la transición.
- Condiciones laborales en la industria, entre otras.
Para alcanzar estos objetivos ambientales, es necesario mantener un liderazgo y una ruta aún más clara a nivel federal. A pesar de los esfuerzos y avances en el transporte público eléctrico que ya se vislumbran en algunas ciudades como Guadalajara, Mérida o la capital mexicana, aún queda un amplio camino por solventar.
Para el investigador del Instituto de Energías Renovables de la UNAM, Jesús Antonio del Río Portilla, el panorama de la electromovilidad en México resulta algo desordenado, sin una directriz clara. “No hay una política de estado que promueva el movimiento a la electromovilidad” o que fomente la transición del transporte público, señaló en entrevista con Pasajero7.
Noticias como la inauguración de una línea eléctrica en el Metrobús de la Ciudad de México, llegan tarde. Para el experto también “hay una ausencia de planeación para el transporte de pasajeros y de carga”, así como en el transporte de dos o tres ruedas. Este tipo de transporte existe en diversas partes del país y merece mayor atención, dijo Del Río Portilla. Incluso, “el transporte de dos ruedas debería ser parte del plan hacia la electromovilidad”.
Si bien, el Diagnóstico es un primer paso, está pensado en la transición de la Industria Automotriz, donde no se contempla las posibilidades en las que se podría alternar con otros mecanismos de transporte que permitan alcanzar uno de los principales objetivos: disminuir las emisiones contaminantes.
Pensar en mover personas, no autos
Para Portilla es importante contemplar en el plan la necesidad de pensar en “mover a las personas y las mercancías”, más que a los automóviles. “En el pasado hemos quemado gasolina y quienes van a pagar esto van a ser las generaciones futuras que no usaron gasolina o diésel, porque ellos van a tener que remediar la contaminación, es injusto que quienes estamos abandonando este planeta hemos dejado sucio el planeta y aquellos que no usaron gasolina van a tener que pagar las consecuencias”.
En países como Estados Unidos de América (EUA) sigue latente la idea de mover autos en lugar de mover personas. En cambio, en algunas ciudades de Europa el enfoque consiste en mover personas, no autos; además se está fomentando el transporte público.
“Esto no está pasando en México, no estamos viendo si vamos a mover personas o carga. Estamos en una posición donde se quiere mover autos, autobuses o camiones, tenemos que pensar en que debemos mover personas y productos de una manera eficiente y eso puede significar que se requiera más transporte público masivo y transporte no motorizado, ni siquiera eléctrico”, advirtió el experto en fuentes renovables de energía.
El reciclaje y la economía circular
¿Qué pasará con los autos que terminen en desuso por no ser eléctricos? “Es una de las cosas que tenemos que planear, los autos viejos se pueden transformar en autos nuevos, en autos eléctricos”. Aunque un propietario de un vehículo podría sustituir el motor de gasolina por uno eléctrico, lo más probable es que ocurra una sustitución completa. “Lo más seguro es que les va a pasar lo mismo que les ha pasado a los carros de hace treinta años. ¿Qué va a pasar con los autos de gasolina? Lo que ha pasado siempre. Ya no circulan los autos que circulaban en los años sesenta, ¿qué les pasó a esos autos? Lo mismo les va a pasar”, lamentó Portilla.
Tenemos que acercarnos a un transporte y a productos pensados dentro de una economía circular”, explicó el investigador, es decir, “que nosotros podamos fabricarlos, pero que también sepamos cómo darlos de baja para incorporarse nuevamente a los círculos de uso”.
Respecto al tema del reciclaje y disposición de baterías, el Diagnóstico destaca “la importancia de la economía circular en la vida útil de las baterías, modelo que contempla la reutilización de productos y partes, incluyendo el reciclaje de componentes y el manejo adecuado de los residuos finales”.
Sobre la economía circular, el documento oficial contempla el reciclaje y disposición de las baterías que serán requeridas: “la importancia de la economía circular en la vida útil de las baterías, modelo que contempla la reutilización de productos y partes, incluyendo el reciclaje de componentes y el manejo adecuado de los residuos finales”.
Sin embargo, también se advierte que “actualmente no existen proveedores —o al menos no los suficientes— de este tipo de servicios. En ese sentido, los obstáculos que identificaron fueron la falta de información de empresas que puedan transitar a proveer servicios de economía circular, así como la ausencia de incentivos para promover este tipo de industrias”.
Además, existen otras áreas en las que se puede influir con la electromovilidad, como son las comunidades donde se favorece el uso de mototaxis, y que tampoco se mencionan en el documento gubernamental, enfocado principalmente al sector automotriz.
Los frenos a la electromovilidad
Hasta la fecha, existen medidas que se fomentan desde el gobierno y que podrían frenar la transición hacia la electromovilidad. Por ejemplo, la reciente regularización de autos usados provenientes del extranjero, y el subsidio a la gasolina. Sobre esto, el entrevistado enfatizó en la importancia de que el gobierno deje de subsidiar la gasolina.
El precio de la gasolina es más caro que moverme todos los días con un vehículo eléctrico, la electricidad es más barata y eficiente en el motor eléctrico, además hay mayor ganancia para los autobuses, o gana lo mismo pero el servicio puede mejorarse”, aseguró Portilla. En este punto, una posibilidad es otorgar el subsidio a la electricidad usada en la movilidad en lugar de a la gasolina. También es importante facilitar la adquisición de vehículos eléctricos de todo tamaño, o favorecer la transformación de los mismos.
Finalmente, a pesar de los avances, en México “no se está previendo que el mundo se está moviendo hacia la electromovilidad y tampoco estamos fomentando el transporte de dos o tres ruedas”. El enfoque mantiene al carro como el favorito en la pirámide de las estructuras viales.
A pesar de la relativa urgencia por transitar hacia la electromovilidad o hacia la movilidad sustentable, el Diagnóstico establece que “al ser un cambio sistémico, la transición hacia la adopción de vehículos cero-emisiones requiere de un esfuerzo de largo aliento”, y el programa creado entre instituciones gubernamentales y educativas resulta “un programa de investigación de más largo plazo”.
Por último, para el experto, el Diagnóstico “es un buen intento, buen primer inicio, pero falta lo segundo: ¿cómo le hacemos para los vehículos grandes, tanto cargas como de pasajeros?” e incluso para otros vehículos motorizados como las motos o mototaxis.
Los autobuses en la hoja de ruta
En un aporte de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), incluido en el Diagnóstico, su presidente Miguel Elizalde señala que la transición será gradual “a diferentes velocidades hacia vehículos cero emisiones donde veremos todavía convivir en México vehículos diésel de ultra bajo azufre, gas natural, eléctricos y próximamente de hidrógeno”.
Por su parte, José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), consideró (desde el mismo documento) que se requiere de una mayor coordinación intersecretarial y establecer un liderazgo transversal que facilite la interlocución con la industria automotriz, que dé certeza y guía para la atracción de nuevas inversiones.
En este sentido, “la AMIA ha iniciado un estudio con el fin de poder determinar los elementos necesarios que nos permitan fundamentar nuestras recomendaciones al gobierno mexicano para lograr la implementación de una política pública integral que promueva ambos lados de la ecuación de la electromovilidad”, añade la asociación.
AMIA enfatiza en la importancia “de educar e informar al público en general acerca de los beneficios del uso de las nuevas tecnologías, así como identificar las nuevas capacidades y competencias que deberán tener los colaboradores a lo largo de la cadena productiva de esta industria”. De lo contrario, “la industria automotriz en México estará en riesgo de desaparecer debido a que no podrá cumplir con el compromiso de la industria automotriz global de garantizar el uso de energías limpias y eliminar la huella de carbón en las próximas décadas”.