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Ciudades resilientes

padilla octubreEl transporte público, como columna vertebral de la movilidad urbana, es fundamental para construir ciudades resilientes, para combatir el cambio climático, prevenir el “rebote” de la contaminación del aire, alentar estilos de vida saludable y activar e impulsar las economías locales sin dejar a ningún actor atrás.

Estamos en medio de una pandemia que está ordenando en muchos aspectos y un poco a la fuerza, nuestra vida y la forma de movernos. También porque  ha descolocado todo y no lo asimilamos todavía,  quizás el mayor temor que podríamos tener algunos, es que no hayamos aprendido nada de este momento.

Pensar ¿Cómo debe ser el mundo en el futuro, o la sociedad de la postpandemia?  Ahora que las ciudades y los países buscan ir más allá, debemos asegurarnos de que no nos movemos a una vida de estancamiento. Esta es una oportunidad para dar nuestras ciudades a la gente: esta es nuestra oportunidad de reconstruir mejor.

Aprender a vivir en la incertidumbre: ha venido para quedarse en nuestras vidas de forma definitiva. Y por ello se ha acelerado la necesidad de prepararnos para ella, de enfrentarla. Pero lo cierto es que vamos a requerir seres humanos más adaptativos, flexibles, empáticos, rápidos para actuar y moverse en escenarios turbulentos.

La pandemia de coronavirus se extendió rápidamente por todo el mundo, lo que provocó una interrupción total en nuestras actividades diarias y dar un nuevo significado a lo que se considera “esencial” en la vida. Si volvemos a antes, reiniciar la vida urbana con opciones de movilidad insuficientes será agravar la crisis climática.

Un futuro sin transporte público es un futuro sin aire limpio. Un futuro donde los viajes activos y la libre circulación en las ciudades serán limitados y congestionado. Un futuro sin transporte público dañará aún más la economía.

La pandemia vino a poner a prueba las capacidades de todos, alteró  todas las actividades humanas y le dieron una dimensión diferente a cada ciudad, porque redujeron la movilidad de personas y la ocupación del espacio público.

El problema es que cuando crece la movilidad sin que se hagan más estrictas las medidas de protección, estamos frente al riesgo de que en las siguientes semanas el contagio se acelere, y probablemente también repunte el número de fallecidos.

La mayoría quisiéramos regresar a la normalidad, a la posibilidad de tener la cercanía que teníamos entre nosotros en el mundo previo a la pandemia. Sin embargo, eso se ve todavía distante.

El regreso a la “nueva normalidad”, se ha anunciado, será cauteloso, programado y progresivo. Ese retorno a la “nueva normalidad” deberá necesariamente incluir una serie de aspectos y cuyas reflexiones continuaremos planteando y analizando en este espacio.