Aunque la electromovilidad avanza como alternativa sustentable en el transporte público mexicano, el país no ha aprovechado uno de los instrumentos financieros más accesibles para acelerar su implementación: los créditos de carbono.
Desde hace más de una década, México no registra ningún proyecto de transporte eléctrico que haya generado bonos de carbono, a pesar de que existen mecanismos internacionales que premian con financiamiento a las iniciativas que logran reducir emisiones contaminantes.
Este fue uno de los puntos centrales abordados durante el seminario virtual Acelerando la movilidad en México con créditos de carbono, organizado por la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM), presidida por Nicolás Rosales Pallares, en alianza con Grütter Consulting y Off Carbon.
Un recurso ignorado desde hace más de 10 años
Los últimos proyectos en México que obtuvieron bonos de carbono por cambio modal datan de entre 2008 y 2012. En ese periodo, iniciativas como la Línea 12 del Metro y el Metrobús del Estado de México lograron evitar la emisión de hasta 20 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂) anuales, según organismos internacionales. Sin embargo, desde entonces no se han desarrollado nuevos proyectos con este enfoque.
A diferencia de aquellos años, hoy el panorama tecnológico y ambiental ha evolucionado. Aun así, la falta de conocimiento y capacidades técnicas sigue frenando el aprovechamiento de este tipo de financiamiento.
Los bonos de carbono son certificados que representan la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Se comercializan en mercados especializados, con valores que pueden oscilar entre los 60 y los 100 dólares por tonelada. Este dinero puede usarse, por ejemplo, para cubrir el diferencial de costo entre unidades de diésel y eléctricas.
Grütter Consulting y Off Carbon son dos de las organizaciones que operan en estos mercados voluntarios. De hecho, el primer crédito de carbono para electromovilidad gestionado por Grütter se otorgó en India en 2012, con motocicletas y triciclos eléctricos. Posteriormente, la firma impulsó proyectos similares en países como Chile y Uruguay.
Financiamiento por resultados
Uno de los principales beneficios de estos mecanismos es que el financiamiento no depende de la planeación previa, sino de resultados medibles: número de unidades eléctricas, kilometraje, consumo eléctrico y ahorro de emisiones. A partir de estos datos verificados se determina el monto a pagar, lo cual representa una oportunidad directa de capital para gobiernos, empresas o consorcios.
Para Susana Ricaurte, asesora sénior de Grütter Consulting y exfuncionaria del Ministerio de Transporte de Colombia, este esquema es “una oportunidad que México no está aprovechando”. Asegura que los operadores y autoridades conocen el impacto ambiental de los vehículos eléctricos, pero desconocen que pueden obtener recursos económicos por sus beneficios.
Barreras operativas y necesidad de modelos rentables
Daniela Flores, consultora de Grütter, advirtió que muchas estaciones de carga eléctrica están subutilizadas, lo cual reduce su rentabilidad. “Es como tener una gasolinera que sólo funciona de noche”, ejemplificó. Por ello, llamó a replantear modelos de negocio que permitan maximizar el retorno de inversión y el uso de la infraestructura instalada.
En tanto, Víctor Sol, director corporativo de mantenimiento del Grupo CISA, señaló que la implementación de electromovilidad en México se está desarrollando “de forma empírica”, lo que implica riesgos innecesarios y falta de eficiencia. A su juicio, contar con más datos técnicos desde el diseño del modelo permitiría tomar mejores decisiones.
Una alianza para impulsar conocimiento
Con la alianza entre AMTM, Grütter Consulting y Off Carbon, se busca facilitar el acceso a la información técnica y financiera sobre los bonos de carbono y su aprovechamiento en proyectos de movilidad eléctrica.
Para Nicolás Rosales, este esfuerzo no solo es estratégico para mejorar el transporte, sino también una acción urgente para la salud pública. Recordó que en México mueren alrededor de 20 mil personas al año por enfermedades relacionadas con la contaminación del aire.
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La participación de Carlos García, presidente de Off Carbon, desde Bruselas, subrayó la relevancia internacional del tema y la disposición de actores globales para apoyar la transición energética en el país.