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POR QUE LA VIDA SIGUE, ME MUEVO SEGURO

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Escrito por: Leticia Escobar / Delegada de la Asociación Internacional de Profesionales de la Seguridad Vial del Estado de México / lety.escobar8@gmail.com

Nuestro país está experimentando un proceso de envejecimiento de la población como resultado de la transición natural demográfica y es importante reflexionar al respecto; específicamente en la temática el derecho humano de la movilidad, en esta etapa de la vida; debemos preguntarnos si estamos listos para enfrentarnos los desafíos que implica la movilidad de los adultos mayores, término en el que según la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera a una persona mayor de 60 años.

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Uno de los puntos que salta a la vista es que según el reporte del INEGI, se estima que para el año 2030 la población de adultos mayores se duplicará. Y con ello seguramente también la población que requiera de cuidados. Al enfrentar este escenario es importante preguntarnos si estamos preparados para ello; primero desde un plano como individuo y posteriormente como sociedad; ya que la movilidad en la tercera edad se ve sujeta a cambios biológicos propios de esta etapa de la vida:

En lo individual concientizarse de los cambios que experimentará mi cuerpo, la salud con la que se llega a esta edad y lo trascendente de la autonomía o la dependencia de alguien más para realizar las actividades cotidianas. En cada traslado prepararse y planear la salida, saber si se hará solo o acompañado y cuál será el medio por el que me moveré. Si me desplazo a pie, estar atento en la banqueta y dar pasos seguros sin presiones, esperar a que los vehículos hagan alto total para cruzar y llevar tiempo suficiente para no arriesgarse que en caso de acelerar el paso pueda caerme; si lo realizaré en transporte colectivo cuál será mi ruta y cuantos transportes requiero para llegar a mi destino, traer conmigo identificación o identificadores ya sea en brazalete o anotados. Si me reporto con mi familia vía telefónica que sea cuando me encuentre en un lugar seguro y estar en tranquilidad para atender la comunicación.

Si se conduce una bicicleta o carro estar 100% atento a este traslado e ir a una velocidad en donde me sienta cómodo. Si se requiere lentes es necesario  utilizarlos en todo momento para no arriesgar la integridad propia y la integridad de otros. En caso de estar medicado es importante saber que puedo conducir bajo los efectos de estos medicamentos (conforme lo indique el médico tratante); evitando cuando conduzco consumir medicamentos que producen sueño.Y contar con un examen que certifique que he llegado con una salud que me permite seguir conduciendo ya que mis reflejos, vista, oído y condición general está en óptimas condiciones para ejercer esta actividad que involucra al conductor de la tercera edad, a sus pasajeros y a todos los demás que también circulan en la zona.

Como sociedad, irnos sensibilizando al respecto de la convivencia con nuestros adultos mayores y sobre las limitaciones mediante campañas que ayuden a la población a ser más solidarios con ellos. Trabajar en la infraestructura que se requiere, especialmente en banquetas, ya que en caso de utilizar silla de ruedas, andadera o bastón es muy difícil circular en banqueta, se requieren rampas y sobre todo facilitar sus traslados con una ciudad preparada para estos cambios demográficos; construir cruceros seguros y generar una infraestructura más amable a las limitaciones de esta etapa de la vida como mobiliario de descanso en el espacio público, semáforos con tiempo suficiente para un cruce seguro, detectar colonias donde la mayoría de la población está dentro de este rango de edad y trabajar los señalamientos viales, la reducción de velocidad en las calles, generando “calles para la vida“ como lo marca las Naciones Unidas y que se refiere a establecer límites de velocidad a 30 km/hr.

Pensar en nuestros adultos mayores es pensar en todos porque en la medida de que construyamos este tipo de infraestructura generamos una invitación a cerrar el tejido social, a unir brechas generacionales; las calles se vuelven propicias para la movilidad de la tercera edad pero también para niños, y personas vulnerables con alguna discapacidad, se vuelven vías que invitan a la convivencia.

La movilidad en la tercera edad tiene sus peculiaridades; que como sociedad se debe tener sobre la mesa mediante acciones que permitan tener traslados agradables y seguros. A nadie conviene que se aíslen por falta de apoyo y falta de previsión y planeación; condenaría a  la persona de la tercera edad a una salud física y mental en decadencia, nadie debe quedarse atrás y los que cuentan con mayor edad y mayor vulnerabilidad deben tener la oportunidad de continuar con una vida en plenitud y  estar presentes, activos pero sobre todo en la construcción de una ciudad con una movilidad accesible, incluyente, solidaria, saludable, amparada por nuestra Carta Magna en sus artículos primero y cuarto; así con el ejemplo predicamos a las siguientes generaciones para tener una sociedad más igualitaria.