
Pese a que la Ley de Movilidad pone como ciudadanos prioritarios a las personas con discapacidad, la realidad evidencia que el uso de las unidades del servicio de transporte público en la mayoría de las ciudades del país, representan un alto riesgo para ellos.
De acuerdo con datos de la organización México Previene, en la Ciudad de México, a un pasajero con discapacidad le cuesta hasta 30 por ciento más de tiempo el trasladarse a su destino a diario; Lo anterior, por las condiciones precarias de las unidades, pues carecen de rampas, botones para personas con debilidad visual, señalética en sistema braille y capacitación para operadores en el trato humano a este tipo de usuarios.
La Red de Sobrevivientes Viales, añade que la falta de equipamiento en las unidades del transporte público que prestan servicio en casi todas las ciudades, hace imposible que las personas con alguna discapacidad puedan hacer uso de éste.
Las carencias van desde la atención de los operadores, hasta la falta de rampas para personas en sillas de ruedas.
Los usuarios deben esperar a que un policía o un ciudadano les brinden ayuda, lo que les hace perder los viajes.
Según cifras de México Previene, en el Estado de México ningún tipo de transporte público cuenta con infraestructura para atender ese sector, incluidos sistemas como el Mexibús.





































