México está experimentando un proceso de cambio en su sistema de transporte público, en el que la movilidad sostenible ocupa un lugar central. La implantación de sistemas eléctricos masivos y semimasivos ha puesto de manifiesto los beneficios medioambientales y sociales de los mismos. Sin embargo, también han demostrado que, sin una estrategia a largo plazo, estos sistemas pueden correr el riesgo de no funcionar de forma óptima o quedar como proyectos aislados e inacabados.
El fortalecimiento del Servicio de Transportes Eléctricos (STE) en la Ciudad de México es un excelente ejemplo de una organización que estuvo debilitada durante muchos años, pero que ahora se erige como uno de los pilares del transporte en la capital. La inversión realizada en esta administración marca un renacimiento en el transporte libre de emisiones, con el objetivo de mitigar el rezago de la ciudad de años anteriores.
La recuperación y aprovechamiento de la infraestructura que ya se tenía para el sistema de trolebuses salvó un modo de transporte que parecía desahuciado y olvidado por las administraciones anteriores; en el mismo sentido el Cablebús ha surgido como una solución que ha mejorado de manera significativa el acceso a áreas marginadas, y no menos importante han sido las inversiones que ha recibido el Tren Ligero para su ampliación y modernización.
No obstante, la Ciudad de México no es la única ciudad que avanza hacia la movilidad sostenible. La Zona Metropolitana de Guadalajara celebró recientemente el segundo aniversario de la inauguración de la Línea 3 del Tren Ligero y actualmente trabaja en la construcción de la Línea 4. Asimismo, el Sistema de Transporte Colectivo Metrorrey de Nuevo León tiene previsto duplicar la capacidad de sus tres líneas de Metro en los próximos años.
La transición hacia una movilidad sostenible es un proceso complejo que requiere una cuidadosa consideración de diversos factores, como la inversión financiera, las condiciones geográficas y de infraestructura eléctrica de cada ciudad. A pesar de estos obstáculos, el compromiso de las autoridades hacia la movilidad sostenible debe ser consistente con un futuro más limpio y eficiente; sin embargo, para lograr que esta revolución en el transporte beneficie a todos los ciudadanos, se requerirá una gobernanza efectiva, una gestión cuidadosa y un compromiso continuo con la sostenibilidad.




































