Modelar, evaluar y anticipar antes de construir: proyectos urbanos con mejores bases técnicas - Pasajero7

Modelar, evaluar y anticipar antes de construir: proyectos urbanos con mejores bases técnicas

PARMENIDES AGOSTO

Escrito por: Parménides Canseco / Director de Operaciones para RedPlanners

¿Las decisiones que tomamos en nuestros proyectos urbanos están respaldadas por una comprensión integral de su funcionamiento futuro? Esta pregunta, sencilla en apariencia, debe marcar el inicio de toda intervención en la ciudad. Ya se trate de una ciclovía, una calle peatonal, un nuevo desarrollo inmobiliario o la modernización de una terminal de transporte, la evaluación de sus implicaciones en la operación diaria y en la vida de las personas no puede quedar al margen.

Durante años, se ha normalizado la ejecución de proyectos urbanos sin análisis detallados, confiando en la intuición o en criterios parciales. Sin embargo, la creciente complejidad de los entornos urbanos y la presión por garantizar resultados eficientes, seguros e incluyentes exige un cambio de paradigma. Hoy, es indispensable anticipar cómo se comportará el espacio propuesto bajo condiciones reales de operación, no solo desde el diseño físico, sino desde su interacción con los flujos de personas y vehículos, la conectividad multimodal y las dinámicas del entorno.

Cuando se emprende un proyecto de infraestructura que afecta o modifica la vida en el espacio urbano, los estudios suelen centrarse en aspectos normativos, estructurales o presupuestales. Pero con frecuencia, se omite la validación anticipada de su funcionamiento: ¿Cómo operará en hora pico? ¿Cómo convivirá con otros modos de transporte? ¿Qué comportamiento tendrán las personas usuarias frente a los cambios propuestos? Estas preguntas, que parecen obvias, muchas veces no se formulan en las fases críticas de diseño.

La evaluación funcional busca responder precisamente a estas interrogantes. Su propósito es anticipar el desempeño de un proyecto urbano en condiciones reales, antes de que se inviertan recursos en su construcción. A diferencia de los enfoques centrados en la forma o el cumplimiento técnico, este tipo de evaluación integra datos observados en campo, análisis de flujos, simulaciones, modelación de comportamiento y verificación con estándares operativos.

Este enfoque no depende de una única herramienta. Se nutre de metodologías complementarias: aforos, registros de recorridos peatonales y vehiculares, encuestas de origen-destino, análisis de big data, criterios de accesibilidad universal, reglamentación nacional – local, estándares internacionales, y herramientas de simulación que permiten representar escenarios complejos. Lo relevante no es la herramienta en sí, sino la capacidad de traducir sus resultados en decisiones concretas de diseño, priorización y operación.

La evaluación funcional de proyectos urbanos es crucial para anticipar su desempeño real y evitar errores costosos, ya que permite entender cómo interactuarán las personas, vehículos y otros modos de transporte en condiciones operativas reales, más allá del diseño físico o normativo. 

Un ejemplo cotidiano: la implementación de carriles exclusivos para autobuses en una avenida con alta congestión. Sin evaluación funcional, se puede subestimar el impacto en los giros, en la gestión de cruces peatonales o en la carga y descarga de mercancías. Con un análisis adecuado, es posible reconfigurar la propuesta, diseñar estaciones seguras, ajustar semáforos y prever medidas de mitigación. Lo mismo aplica para proyectos de ciclovías, calles compartidas o intervenciones tácticas: una solución bien intencionada puede volverse conflictiva si no se anticipa su funcionamiento.

Otro caso emblemático lo encontramos en los entornos de estaciones de sistemas de transporte masivos, como trenes o metros. En varios países, los proyectos de trenes de pasajeros han enfrentado resistencias sociales o deficiencias operativas no por falta de infraestructura, sino por no haber evaluado con claridad cómo interactuarán los flujos peatonales, vehiculares y de transporte público en su entorno. El caso del AVE en España ofrece una referencia útil: aunque el diseño de las estaciones cumplía con los más altos estándares, muchas ciudades enfrentaron problemas iniciales de accesibilidad, integración con el entorno urbano y congestión en los accesos. Con el tiempo, se incorporaron análisis multimodales para adecuar los proyectos, reconociendo que la infraestructura no basta por sí sola: debe operar bien desde el primer día.

En la práctica local, cada vez es más común que gobiernos locales, organismos operadores y desarrolladores privados demanden análisis de la movilidad previos a la implementación de proyectos. Este enfoque permite identificar cuellos de botella, ajustar diseños antes de licitar obras, y prever medidas de gestión vial, señalización o rediseño de rutas. En contextos con recursos limitados, esta validación anticipada puede marcar la diferencia entre un proyecto exitoso y uno que requiera correcciones costosas o genere rechazo social.

Es importante destacar que los estudios de impacto a la movilidad no reemplazan a los estudios tradicionales, sino que los complementan. No basta con saber que una calle cumple con la sección recomendada o que una estación tiene espacio suficiente; se requiere verificar si en operación, en condiciones pico, los diferentes modos y usuarios podrán convivir de manera segura, cómoda y eficiente. Y esto solo se logra integrando evidencia, datos y experiencia acumulada.

El cambio de paradigma en la planeación urbana exige dejar atrás decisiones basadas en intuición y adoptar análisis integrales y metodologías complementarias, como simulaciones, aforos, y estudios de movilidad, que faciliten intervenciones eficientes, seguras e incluyentes desde el primer día. 

Este tipo de enfoque también fortalece los procesos de participación y diálogo. Cuando las decisiones de diseño se sustentan en simulaciones, aforos y resultados concretos, es más fácil comunicar a las comunidades el porqué de una intervención, anticipar dudas y construir consensos. La evaluación, bien aplicada, no solo es una herramienta técnica, sino también política: permite justificar decisiones con transparencia y reducir incertidumbre entre actores clave.

El avance hacia ciudades más sostenibles, equitativas y resilientes no se logrará únicamente con buena voluntad o con diseños atractivos. Se necesita asegurar que cada inversión pública y privada funcione como se espera, que contribuya a mejorar la movilidad cotidiana y que evite impactos no deseados. Y para ello, los estudios de impacto en la movilidad deben incorporarse como un componente estructural en la planeación, diseño e implementación de proyectos urbanos.

¿Estaremos diseñando con suficiente información o seguiremos haciendo intervenciones que luego habrá que corregir?