En la pasada edición de enero de esta revista Pasajero7, el director Fernando Sánchez, se refirió al tema de los trenes en México, y haciendo referencia a su editorial quiero aprovechar para hablar de la sustentabilidad, que de forma curiosa no se menciona en el documento.
Hace unos días fui invitado a un coloquio del ITESO en el que los diferentes postulantes a Maestrías de Sustentabilidad realizaron una exposición de los avances en ese rubro de sus proyectos de tesis, resultó una experiencia de alto impacto para un servidor, pues se presentaron ocho trabajos diferentes, sobre igual número de localidades; algunas pequeñas de 20 mil o menos habitantes, otras grandes de 500 mil habitantes hacia arriba.
Conforme estas se fueron presentando, mi asombro fue creciendo, todas, si, todas tenían un común denominador: Carecían del más básico concepto de Análisis Económico.
Cuando tu haces un proyecto y el invitado principal NO es tomado en cuenta, es seguro que este está llamado al fracaso; en el caso que comento el invitado principal es la congruencia, pues todo proyecto debe contar con un método que de forma dinámica garantice que todas las partes son tomadas en cuenta en su justa dimensión.
Que utilidad puedes reflejar en una ciudad que hace proyectos de movilidad en los que no es tomado en consideración el uso del suelo, en el que el origen y destino deja de ser fundamental para pasar a depender de la geometría política del momento, en el que la rentabilidad no es factor ya que los costos se reflejan en el presupuesto anual del estado en una partida de “inversión pública”, que después pasa a formar parte de otra de “servicio de deuda”, pero no es comparable con la de gasto por familia, costo de mano de obra en las empresas, etc.
No es gratuito el que en Europa se ha desarrollado una gran industria de logística por carreteras, de transporte de pasajeros y cargo por avión, de turismo por cruceros, de transporte público por rieles de metal en las ciudades sin estar confinados en canales de “Metro”, lo que es evidente que en todos los casos se busca que estén presentes todos los elementos en la mesa al momento de costear un proyecto y autorizar el formato más rentable; en lo social, lo económico, lo ambiental y lo político.
Volviendo a la editorial Fernando, los proyectos de los que hablas (Tren México-Querétaro, Tren Maya, Línea 4 del Tren Eléctrico de Guadalajara, Metrorrey, etc.) todos pueden ser los mejores, pero todos adolecen de faltantes fundamentales para ser pertinentes, rentables y sustentables.
En general es difícil que con conocimientos adecuados le puedas agradecer a un político sus esfuerzos, que a la luz de la mínima razón económica no se pueden sostener. La humanidad vive adaptándose permanentemente a la huella que la política va dejando al caminar.
Nuestra vida es seguro será mejor en función a que disminuya el ego del político, pagamos mucho por concepto de soberbia todos los días.
Dicho lo anterior, observar sin actuar nos lleva al mismo lugar, entonces el reto que todos los días debemos de hacernos es: quienes participamos en el servicio, ya sea como pasajero que como proveedor del servicio, es involucrar a todos los afectados en participar con sus observaciones sobre lo deseable del servicio. Cómo lograr que el pasajero sea escuchado en la búsqueda de la mejor solución. Cómo lograr que esa dinámica sea permanente y no solo la temporada previa al lanzamiento del proyecto.
En definitiva puede existir un ente integrado por pasajeros, que revise la seguridad, eficiencia y eficacia del servicio, que sea ajeno a quienes lo construyen, mantienen y operan. Que vele por la seguridad, economía y tranquilidad de quien usa el servicio: El Pasajero. Que sea atemporal a los ciclos políticos. Donde constantemente se publiquen los indicadores de satisfacción del Pasajero por el servicio recibido, más que por el número de viajes realizados.




































