
Antes de inaugurarse por completo, la ciclovía “Gran Tenochtitlán” sobre Calzada de Tlalpan ya se ha convertido en una ruta indispensable para cientos de personas que se mueven a diario por la capital. De acuerdo con un conteo ciudadano realizado por organizaciones civiles, este corredor registra 2,103 viajes ciclistas diarios, de los cuales 85% están ligados a actividades esenciales como trabajo, escuela o reparto.
“Estos datos muestran que la ciclovía ya cumple una función cotidiana, no es un proyecto decorativo por el Mundial 2026”, explicó Víctor Hugo Alvarado, coordinador del conteo y especialista en movilidad.
Una obra que responde a la demanda ciudadana
El levantamiento de información se realizó durante 14 horas continuas en días hábiles. Se registraron picos de hasta 229 viajes por hora, principalmente entre las estaciones San Antonio Abad y Viaducto, donde se concentran conexiones con la Línea 2 del Metro y rutas de transporte concesionado.
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Incluso sin estar concluida, 79% de las personas ciclistas ya circulan sobre el espacio destinado a la ciclovía, lo que confirma su uso y necesidad real.
“Cuando existe infraestructura segura, la gente la utiliza, y además mejora la percepción social. En Insurgentes, por ejemplo, el 95% de las personas usuarias y más de la mitad de los comerciantes apoyaron su permanencia”, recordó Dolores Rojas, de la Fundación Heinrich Böll, al señalar cómo las ciclovías seguras pueden cambiar hábitos y favorecer la equidad en el espacio público.
Más seguridad y movilidad sustentable
El Gobierno de la Ciudad de México destinó 115 millones de pesos para la construcción de esta ciclovía de 15 kilómetros, que forma parte de una red de 79 kilómetros de intervención total sobre Tlalpan y vías conectadas. El objetivo es ofrecer una infraestructura segura, verde y multimodal, que reduzca la contaminación y el tránsito vehicular.
Según datos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), en este corredor ocurren 12 siniestros anuales con ciclistas involucrados. La evidencia internacional señala que una ciclovía bien diseñada, con confinamiento físico, puede reducir los accidentes entre 30% y 50%.
Las mujeres, minoría sobre la bici
El conteo también evidenció una brecha de género. Solo 8% de las personas usuarias son mujeres, y su presencia disminuye drásticamente después de las 19:00 horas. “La percepción de seguridad está directamente relacionada con la iluminación y el diseño urbano”, explicó Rojas, subrayando la necesidad de incorporar la perspectiva de género en la planeación de la infraestructura ciclista.
Un llamado a fortalecer la política pública
Para Bernardo Baranda, del ITDP, promover la movilidad activa es un acierto, pero “debe formar parte de una política pública con objetivos claros, mantenimiento constante y obras complementarias de señalización, biciestacionamientos e iluminación”.
En tanto, Julieta Leo, del Centro Mario Molina, destacó que estos datos permiten fortalecer la intermodalidad en la ciudad:
“Reconocer a la bicicleta como parte de la cadena de viajes es clave para reducir la dependencia del automóvil y de los combustibles fósiles”.
Las organizaciones impulsoras —Fundación Heinrich Böll, CoRe Ciudades Vivibles y Amables, Centro Mario Molina, ITDP y SUR | Instituto del Sur Urbano— coincidieron en que este proyecto no solo promueve la movilidad sustentable, sino también la inclusión y seguridad vial.
Entre sus recomendaciones finales destacan la instalación de biciestacionamientos estratégicos, espacios accesibles para personas con discapacidad o movilidad limitada, y el desarrollo de indicadores de reducción de siniestros y emisiones contaminantes.





































