
Escrito por: Claudia Dinorah Alcaraz Sánchez / Madre de Jaime Francisco Orozco Alcaraz / Fundadora de JAIME, A.C. / (Jamás Apoyaré Ir Manejando Ebrio)
El siniestro de tránsito es un suceso inesperado, violento y traumático que cambia la vida de las familias en un instante. La manera en que se da la noticia a los padres, hijos o hermanos puede convertirse en una herida más o en un primer paso para ayudar a sanar. En mi caso, cuando mi hijo Jaime perdió la vida a causa de un conductor ebrio, los policías llegaron a buscarme a casa de mi hermano en Phoenix, Arizona. No me dijeron la verdad, solo que mi hijo había tenido un accidente.
Durante el trayecto de Phoenix a Tucson (donde vivíamos), llamé a sus amigos sin obtener respuesta. Mi hermano, que me acompañaba, también sabía lo que había pasado, pero guardaba silencio porque alguien más había sido designado para darme la “mala noticia”.
Al llegar a mi casa, le pedí a mi esposo que me llevara con Jaime, convencida de que estaba en un hospital. Él me respondía con calma: “Sí, está bien, pero pasa”. Yo insistía: “Llévame con él”. Mi mente imaginaba cualquier escenario —que estaba herido, que no volvería a caminar—, pero jamás pensé en la posibilidad de su muerte. Hasta que le pregunté de golpe: “Ok, pasaré… pero no está muerto, ¿verdad?”. Su silencio y el llanto a gritos de mi hermano fueron la respuesta que nunca imaginé. En mi caso, intentaron seguir un protocolo, pero se rompió. Y ese rompimiento me marcó para siempre.
El protocolo que salva incluso después del siniestro
Una vez ocurrido el siniestro, aún es posible prevenir y minimizar los daños emocionales a las personas. Para ello, existen protocolos que se resumen en tres pasos iniciales:
PAS: Proteger, Avisar, Socorrer.
Pero comunicar bien la mala noticia también es parte de ese protocolo. Es el primer paso para disminuir el impacto psicológico y evitar la revictimización. No todas las personas son idóneas para hacerlo: se requiere alguien con confianza y empatía, capaz de transmitir seguridad.
Antes de dar la noticia, es fundamental informarse bien del siniestro, valorar su magnitud, reunir información verificada y elegir un entorno donde la persona se sienta tranquila. La verdad debe comunicarse con claridad, sin tecnicismos ni excesos de detalle, a un ritmo que la persona pueda procesar. Un gesto o una mirada dicen más que mil palabras. Si todos los profesionales conocieran y aplicaran este protocolo, se evitarían daños añadidos en momentos que ya son devastadores.
La deuda con las víctimas
Las víctimas de siniestros viales y sus familias reclaman, más que justicia inmediata, sensibilidad, acompañamiento y buenas prácticas. Necesitan atención psicosocial y orientación jurídica gratuita, derechos que el Estado debe garantizar solo por el hecho de ser ciudadanos.
Las Unidades de Atención Integral a Víctimas de Siniestros de Tránsito (UAVT) deberían existir en todo el país como espacios de apoyo, acompañamiento y centralización de información. Estos centros no solo deben atender la emergencia inicial, sino brindar una respuesta integral y humana:
- Atención social: acompañamiento en trámites y gestiones inmediatas.
 - Asistencia psicológica: terapias individuales o grupales para transitar el duelo.
 - Asistencia jurídica: orientación sobre procesos legales, declaraciones y juicios.
 
Reconocer que cada víctima tiene una problemática particular es el primer paso para avanzar en soluciones reales.
Un llamado urgente
Hoy quiero alzar la voz para pedir que los gobiernos estatales y municipales capaciten a policías, bomberos, personal de salud y funcionarios en este protocolo, y que además creen instancias de atención integral para víctimas. No basta con buenas intenciones: se requiere formación especializada, sensibilidad y compromiso.
Porque cuando la vida de alguien se detiene en un siniestro vial, lo mínimo que merecen sus familias es respeto, empatía y acompañamiento. La noticia jamás dejará de ser dolorosa, pero sí puede comunicarse con humanidad.
Que ninguna familia en México vuelva a enfrentar la peor noticia, y menos si es en medio de la frialdad, la indiferencia o el abandono.
Comunicar con humanidad una mala noticia tras un siniestro vial puede marcar la diferencia entre abrir una herida o ayudar a sanar; los protocolos deben aplicarse con sensibilidad y empatía.
Dar una mala noticia no se trata solo de informar, sino de cuidar a quien la recibe. Los protocolos existen para disminuir el dolor, pero requieren aplicarse con humanidad. Si logramos que cada paso posterior a un siniestro sea acompañado de sensibilidad, estaremos evitando que el sufrimiento se multiplique.
Porque cuando se pierde una vida en la vía, no hablamos de cifras: hablamos de vidas y familias destrozadas.
Y como me dijo aquel sheriff el día que me narró cómo había sido el siniestro: el conductor ebrio huyó de la escena del crimen, pero yo lo voy a encontrar porque “uno es mucho”. Hoy es el lema de nuestra asociación, porque uno que toma y maneja es mucho; uno que deja de hacerlo, es mucho; uno que lleva mi mensaje más allá de donde llega mi voz, es mucho; uno que muere en la vía… ¡es mucho!
Se hace un llamado urgente a las autoridades para capacitar al personal y crear Unidades de Atención Integral a Víctimas de Siniestros de Tránsito (UAVT) en todo el país, garantizando atención social, psicológica y jurídica.
                                                                    
































