Pontevedra (España) y Bajío-Occidente. Movilidad sostenible y paradiplomacia I - Pasajero7

Pontevedra (España) y Bajío-Occidente. Movilidad sostenible y paradiplomacia I

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Escrito po: Dr. Miguel Ángel Franco / Integrante del COMUJ / x.com/mifrancov

La experiencia urbana de Pontevedra, en España, constituye un referente internacional en materia de movilidad sustentable, especialmente por haber logrado convertir la peatonalidad en el eje de la vida pública. Este modelo ha despertado interés en diferentes partes del mundo, incluida la región del Bajío-Occidente en México, donde las ciudades en expansión buscan fórmulas que equilibren crecimiento económico, calidad de vida y sostenibilidad ambiental. El análisis comparado entre ambas realidades abre posibilidades de colaboración paradiplomática, es decir, cooperación entre gobiernos locales fuera del marco diplomático tradicional, con el fin de intercambiar aprendizajes, innovaciones y políticas públicas.

En el caso español, las intervenciones iniciaron con un replanteamiento radical: reducir el predominio del automóvil privado, favorecer los desplazamientos activos y garantizar espacios verdes accesibles. El principio central ha sido otorgar prioridad absoluta a quienes caminan. El trazado urbano se transformó mediante la ampliación de aceras, la creación de plazas libres de tráfico motorizado y la restricción severa a la circulación innecesaria de coches. Este cambio no solo mejoró la habitabilidad, sino que también fortaleció la economía local, pues las calles más transitables generan dinamismo comercial y atractivo turístico.

Al mismo tiempo, el arbolado desempeña un papel crucial. En entornos con temperaturas cada vez más extremas, disponer de sombra natural favorece el confort térmico de los peatones, reduce las islas de calor y contribuye a la mitigación climática. La selección de especies resistentes, su adecuada distribución y el mantenimiento constante garantizan un microclima saludable. De este modo, caminar no se convierte en una obligación incómoda, sino en una experiencia placentera.

En contraste, las ciudades del Bajío-Occidente enfrentan retos particulares derivados de urbanizaciones aceleradas y una fuerte dependencia automovilística. Guadalajara, Aguascalientes y Querétaro se han expandido bajo un esquema disperso, donde fraccionamientos alejados, zonas industriales y centros comerciales generan traslados largos. Esto provoca congestión, contaminación y pérdida de tiempo. Sin embargo, también existe un creciente interés social y gubernamental por adoptar medidas que prioricen a los peatones y al transporte colectivo.

Ejemplos recientes incluyen proyectos de ciclovías, reconfiguración de corredores urbanos y planes de arborización masiva en camellones y banquetas. Estos esfuerzos, aunque incipientes, revelan una sensibilidad compartida con el modelo pontevedrés: la necesidad de recuperar la calle para la convivencia y la salud pública. La idea de que caminar bajo un dosel vegetal, protegido del sol intenso, puede ser tan relevante como contar con infraestructura tecnológica constituye un punto de convergencia valioso.

Aquí surge la relevancia de la paradiplomacia. Los gobiernos municipales del Bajío-Occidente podrían establecer convenios con Pontevedra para intercambiar conocimientos técnicos sobre diseño de calles, selección de especies arbóreas, gestión del espacio público y participación ciudadana. La cooperación descentralizada permite superar las limitaciones de los tratados nacionales y enfocarse en problemas concretos que afectan directamente a los habitantes. La diplomacia urbana, así entendida, se convierte en una herramienta estratégica para acelerar la transición hacia un modelo sustentable.

El aprendizaje mutuo no sería unilateral. Mientras Pontevedra ofrece la experiencia de una ciudad consolidada con décadas de intervención, el Bajío-Occidente aporta la perspectiva de urbes en expansión que pueden aplicar innovaciones a gran escala. El intercambio podría incluir misiones técnicas, foros virtuales y talleres con especialistas en arboricultura, movilidad peatonal y gobernanza urbana. También se podrían desarrollar programas educativos compartidos entre universidades gallegas y mexicanas que investiguen en conjunto sobre movilidad activa, biodiversidad urbana y políticas climáticas.

Además, la paradiplomacia puede contribuir a atraer financiamiento internacional. Las instituciones multilaterales y fundaciones globales muestran un creciente interés por apoyar proyectos que combinen movilidad sostenible con adaptación climática. Una alianza entre Pontevedra y el Bajío-Occidente tendría mayor peso para solicitar fondos, al presentar resultados concretos y compromisos verificables. Los recursos permitirían ampliar corredores arbolados, mejorar banquetas, instalar mobiliario urbano y garantizar el mantenimiento.

El impacto de estas transformaciones no se limita a la comodidad física. Caminar bajo la sombra tiene beneficios sociales y psicológicos. Las calles arboladas generan una sensación de seguridad, promueven la interacción entre vecinos y fortalecen la cohesión comunitaria. La vida urbana se vuelve más democrática, ya que no depende de poseer un automóvil. De igual manera, la economía se diversifica: pequeños negocios, cafeterías y librerías prosperan cuando existe un flujo constante de peatones.

La experiencia de Pontevedra demuestra que priorizar la peatonalidad y el arbolado urbano puede transformar la vida pública, mejorar la economía local y fortalecer la cohesión social. 

El caso pontevedrés demuestra que la peatonalización no significa muerte comercial, sino todo lo contrario. En el Bajío-Occidente, donde muchas veces se teme que cerrar calles afecte las ventas, la evidencia internacional puede servir como argumento sólido. A través de la paradiplomacia se pueden organizar visitas de empresarios y líderes comunitarios para observar directamente los beneficios en Galicia, generando confianza en la adopción de medidas similares.

Sin embargo, es indispensable reconocer los desafíos. Las diferencias culturales, climáticas y políticas son significativas. En el Bajío-Occidente, el sol es más intenso, las distancias mayores y la dependencia del automóvil más arraigada. Implementar políticas peatonales requiere no solo infraestructura, sino también campañas educativas, incentivos económicos y marcos normativos estrictos. Por ello, la cooperación paradiplomática debe ser realista y adaptada a los contextos locales.

En conclusión, el diálogo entre Pontevedra y el Bajío-Occidente abre un horizonte prometedor para reimaginar la movilidad urbana. La prioridad peatonal, acompañada de un arbolado estratégico, constituye un elemento clave de resiliencia frente al cambio climático y un recurso para mejorar la calidad de vida. La paradiplomacia municipal se presenta como la vía idónea para construir puentes entre realidades distintas, aprender mutuamente y avanzar hacia un futuro más habitable.

La paradiplomacia entre Pontevedra y las ciudades del Bajío-Occidente podría impulsar el intercambio técnico y la cooperación en movilidad sustentable, atrayendo financiamiento internacional y promoviendo urbes más habitables. 




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