El transporte es uno de los sectores que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que los autobuses eléctricos se presentan como una alternativa sostenible y ecológica para el transporte público en las ciudades, ya que reducen significativamente las emisiones de CO2 y otros contaminantes. Sin embargo, aunque la idea de un transporte público más sostenible es atractiva desde un punto de vista ambiental, también es importante considerar su viabilidad económica.
Y es que la implementación de un proyecto de autobuses eléctricos va más allá del costo del material rodante, la infraestructura de carga, el mantenimiento y la capacitación del personal, por lo que los costos de implementación y de financiamiento también deben ser considerados para asegurar la viabilidad y rentabilidad del proyecto.
Entre los factores más determinantes asociados a un proyecto de autobuses eléctricos destacan la infraestructura y capacidad de carga, ya que aunque la energía eléctrica es más barata que los combustibles fósiles, su capacidad de generación y distribución no es uniforme en todo el territorio mexicano.
En algunas zonas del país, la red eléctrica no tiene la capacidad suficiente para soportar la demanda adicional de energía que requeriría la carga de una flota de autobuses eléctricos. Además, en algunas regiones la infraestructura eléctrica es obsoleta y se necesitarían inversiones significativas para modernizarla y hacerla más eficiente.
Por eso, es difícil que la implementación de rutas con autobuses eléctricos sea viable en México sin algún tipo de subsidio por parte del gobierno, toda vez que con el modelo de negocio actual del transporte concesionado, donde todos los costos son cubiertos por la tarifa que paga el usuario, los empresarios de transporte no ven, al menos por ahora, a la electromovilidad como una solución rentable en el corto plazo.
Es probable que la transición hacia una flota de transporte más sostenible sea una tendencia en crecimiento en los próximos años; se espera que el desarrollo tecnológico, las políticas públicas y la conciencia ambiental de la sociedad sean factores clave para promover la adopción de autobuses eléctricos y reducir la dependencia de los combustibles fósiles en el transporte público. No olvidemos que México se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 22% para 2030, lo que podría incentivar acciones más específicas para promover la transición hacia una flota de transporte más sostenible.