El uso de la tecnología a través del Internet de las Cosas está hoy en el motor de los sistemas de transportación, permitiéndoles conectar vehículos, estaciones, sistemas de administración, infraestructura y otros activos.
La idea que intenta representar el Internet de las Cosas, queda bien ilustrada en su nombre: cosas cotidianas que se conectan al Internet, pero se trata de mucho más que eso.
Lo que se conoce como el Internet de las Cosas se trata de una revolución en las relaciones entre los objetos y las personas, incluso entre los objetos directamente, que se conectarán entre ellos y con la Red, para ofrecer datos en tiempo real. O dicho de otro modo, acercando a la digitalización del mundo físico.
“Formalmente el concepto cada vez está tomando más relevancia, aunque ciertamente, desde que comenzamos a utilizar dispositivos electrónicos -particularmente hace dos décadas y media, tal vez tres-, el Internet ha sido el elemento que ha permitido esta conectividad”, detalla el Ingeniero Francisco Alvarado Arias, Profesor e Investigador en la Academia de Ingeniería en Sistemas de Transporte Urbano de la Universidad Autónoma de la CDMX.
El Internet de las Cosas, describe el académico, se refiere a un mundo en el cual la vida pueda ser más agradable, productiva, sencilla y sobre todo, más fácil, y esto se fundamenta en que nuestro reloj, teléfono, gafas, múltiples componentes, sean electrodomésticos o de otra naturaleza, van a tener la capacidad de registrar información e igualmente compartirla bajo este objetivo, que todos los elementos estén conectados entre sí.
En el caso del transporte público, esta herramienta puede ofrecer grandes ventajas para mejorar los problemas de eficacia del sector de transporte por carretera, y ya no hablamos de una tendencia de futuro sino de una realidad.
Alvarado Arias pone de ejemplo la limitación de las horas de trabajo permitidas por ley, ya que es uno de los principales inconvenientes a los que se enfrentan los conductores en carretera. Para ello, se han desarrollado aplicaciones para controlar sus horas y planificar sus rutas, ofreciéndoles información sobre sus tiempos de conducción y los tiempos de descanso necesarios, lo que les permite optimizar sus itinerarios.
“Todos estos aspectos reflejan la eficiencia en operatividad, seguridad y finalmente en la percepción del usuario, del propósito del servicio que está recibiendo”.
Una limitante para contar con esta tecnología pudiera ser con las características de la misma Internet; la introducción a una nueva tecnología se enfrenta a este tipo de problemas, particularmente en el tema de costos.
Probablemente el reto más grande sería garantizar que se tengan las condiciones de infraestructura y de operatividad de la misma red inalámbrica y, con la aprobación de la autoridad, se comercialicen los dispositivos que cumplan con los requisitos establecidos, para que así se integre el Internet de las Cosas para todos los actores involucrados”, explica el investigador.
INTERNET DE LAS COSAS, DE LA MANO DE LAS SMART CITIES
Ahora podemos construir Smart Cities o Ciudades Inteligentes mediante la integración del Internet de las Cosas en edificios e infraestructuras públicas, incluyendo carreteras, sistemas de transporte y servicios públicos. Estas tecnologías pueden ayudar a hacer las ciudades más seguras y sostenible proporcionando nuevas oportunidades económicas para sus residentes.
Por ejemplo, los sensores conectados en red pueden monitorear la integridad estructural de puentes y carreteras en tiempo real para evitar catástrofes, fomentando el ahorro de costos a través de mantenimiento preventivo oportuno, o los sistemas de transporte inteligentes pueden hacer carreteras más seguras, facilitar el flujo de tráfico, y hacer el transporte público mucho más eficiente.