Magda tiene 25 años de edad, sale todos los días a las seis de la mañana de su casa ubicada en los Reyes la Paz, Estado de México, para trasladarse a su trabajo en la zona centro de la Ciudad de México, cuando piensa en lo que puede pasarle en el trayecto de su casa a la parada del camión, sabe que es una apuesta muy arriesgada por lo que prefiere salir lo más discretamente vestida y con unos zapatos que le permitan correr en caso de emergencia.
Ella es una de las miles de mujeres mexicanas que salen cada día de su hogar con la esperanza de no ser asaltadas o atacadas. Por su condición social y de género, son ellas quienes frecuentemente se encuentran más expuestas a sufrir algún tipo de agresión sexual, ya sea en la calle, la escuela, en un área de trabajo o en el transporte público.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, establecen que el 51.4% de los habitantes en nuestro país, son mujeres, mientras que el 48.6% son hombres. Del porcentaje que representan las mujeres, destaca que la población en edad productiva de 15 a 64 años, ascendió a 40.6 millones, lo que representa el 66.1% del total de la población femenina desempeñando diversas labores mayoritariamente fuera de su hogar.
La violencia sexual, se define como una forma de dominio y poder sobre otra persona, a quien el agresor percibe como inferior u objeto sexual.
En otra definición, en el Informe mundial sobre la violencia y la salud, la violencia sexual se precisa como todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo.
En México uno de los principales espacios para la consumación de agresiones sexuales son los que se comenten en algún tipo de transporte público, como el Metro, el Metrobús, autobuses urbanos y otros medios en donde cada día se llevan a cabo acciones de acoso y cuyas principales víctimas son las mujeres, sin dejar de lado que también los hombres son abusados.
En 2016 el INEGI, llevó a cabo (julio-septiembre), la cuarta Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, mediante la que se obtuvo información referente a las experiencias de violencia de tipo físico, económico, sexual, emocional y patrimonial, que han enfrentado féminas de 15 años y más en los distintos ámbitos de su vida (pareja, familiar, escolar, laboral o comunitario).
Entre los datos que se desprenden de esta encuesta, se tiene que “De 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que residen en el país, 30.7 millones de ellas (66.1%) han padecido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario, familiar o en su relación de pareja”. Cifras que colocan a México como un país agresor en contra de las mujeres.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia física o sexual es un problema de salud pública que afecta a más de un tercio de todas las mujeres a nivel mundial; se estima que cerca del 35% de personas de sexo femenino en el mundo, experimentará hechos de violencia, ya sea en la pareja o fuera de ella en algún momento de sus vidas.
EFECTOS EN LA SALUD
Ser acosado sexualmente puede causar en algunos casos, estados de ansiedad, depresión y menor motivación para realizar actividades cotidianas; el ser hostigado en cualquier espacio, puede generar problemas de autoestima al desprenderse sentimientos de indefensión e impotencia.
“Más del 50% de las mujeres afectadas por hostigamiento sexual u otras formas de violencia sexual en la Ciudad de México, consideran que han sufrido un impacto psicológico y emocional negativo a partir de la agresión”. (INMUJERES)
La violencia en espacios públicos, particularmente en los sistemas de transporte público, reduce la libertad de movimiento de mujeres y niñas. Reduce su posibilidad de acudir a la escuela o al trabajo y a participar plenamente en la vida pública. Limita su acceso a servicios esenciales y a disfrutar de oportunidades culturales y de ocio. También impacta negativamente en su salud y en su bienestar”. (ONU Mujeres)
EL PROBLEMA ESTÁ EN LAS LEYES
Las agresiones sexuales no sólo son aquellas que se desprenden producto de una violación, también se encuentran aquellas relacionadas con tocamientos, palabras ofensivas o miradas lascivas.
De manera frecuente y debido a lo engorroso que puede resultar presentar una denuncia por acoso, las agresiones sexuales en el transporte público, no se denuncian. Cuando una mujer solicita el apoyo de un policía tras haber sido insultada, las miradas de la multitud se vuelven hacia ella quien sabe que el camino será difícil para que el acto perpetrado sea castigado.
Unas horas de arresto, una multa o una simple disculpa, serán la pena para el agresor. La suavidad de las leyes impuestas en México, permiten que un acosador sexual vuelva a cometer el mismo hecho una y otra vez ante la falta de un castigo ejemplar.
El INMUJERES señala que la mayoría de los actos por acoso sexual cometidos a bordo de algún transporte público, no llegan al Ministerio Público, ya que las víctimas en su gran mayoría se desisten, por lo que las cifras oficiales con las que se cuenta sobre abusos, no representan la totalidad de los actos cometidos.
Las escenas que se viven a bordo del Metro o el Metrobus de la Ciudad de México, (por citar sólo un ejemplo) son una muestra de que las sanciones debieran ser más duras. “Los hombres saben que no pueden venir en este vagón y aun así lo hacen, les pides que se pasen para atrás y hasta se molestan, no sé por qué no hacen caso o que falta para que respeten” dice Marta Huerta, usuaria de la Línea 1 del Metrobús CDMX, quien opina sobre lo incómodo que le resulta estar en un vagón de transporte público, entre la multitud con hombres. “A veces ya no sabes si es por el movimiento o te están acosando sexualmente”.
Aun cuando las cifras oficiales tienen pocas denuncias que llegan hasta el Ministerio Público, -porque no se denuncia- el problema se encuentra ahí y está latente. Es responsabilidad de los gobernantes brindar seguridad a sus habitantes a través de mecanismos que minimicen delitos; para el caso específico de hostigamiento sexual, deberían emprenderse acciones más drásticas de sanción como un arresto por días sin derecho a una fianza o trabajos comunitarios como se realizan en otros países por delitos menores. El alcoholímetro es un programa exitoso del que dicen “nadie se salva” ¿Por qué no tomar ejemplos de este programa y por qué no elevar el acoso en el transporte público con castigos como cualquier otro delito?
En entrevista para Pasajero7 el abogado Edgar Oaxaca Mondragón, del Bufete jurídico Oaxaca & Asociados, explica que en el Código Penal para el Distrito Federal, en su libro Segundo en el título Quinto denominado Delitos contra la Libertad y la Seguridad Sexuales y el Normal Desarrollo Psicosexual:
Existen penas previstas para los delitos de Abuso Sexual en el capítulo II; habla de quien sin consentimiento de persona y sin el propósito de llegar a la cópula ejecute actos sexuales, lo obligue a observarlo o lo haga ejecutarlo, se le impondrá una pena de uno a seis años de prisión, y si hiciera uso de violencia en cualquiera de sus tipos se le incrementara en una mitad. Este delito se persigue por la denuncia de la persona, salvo que exista violencia, más aparte la pena aumentará en dos terceras partes cuando la víctima se encuentre a bordo de vehículo particular o de servicio público, señala Oaxaca.
En el caso de Hostigamiento Sexual, en el capítulo III, expresamente nos indica que a quien solicite favores sexuales para sí o para una tercera persona o realice una conducta de naturaleza sexual indeseable para quien la recibe, que le cause un daño o sufrimiento psicoemocional que lesione su dignidad, la pena de prisión será de uno a tres años; también este delito se persigue por la denuncia de la víctima.
En este contexto nos encontramos en un escenario difícil para la víctima, al recibir cualquiera de estas conductas de manera directa, la afectación a su persona emocionalmente es evidente, al grado que le corrompe su individualidad, su seguridad y daña a nuestra sociedad.
¿ES NECESARIA LA DENUNCIA PARA PODER CASTIGAR? Se le consulta al abogado
A pesar de toda esa experiencia sufrida, lo más correcto es denunciar esa situación vivida, no existe manera alguna de poder castigar sino se denuncia.
Con el nuevo Sistema Penal Acusatorio Adversarial, el cual trajo consigo reformas para la impartición de justicia pretendiendo acabar con la impunidad, si bien es cierto que las penas previstas en la CDMX no son muy altas y por tal situación no llegan a ser privativas de la libertad, les puedo asegurar que el camino para obtener su libertad no será el más sencillo, asegurándoles que por cualesquiera que sean las causas que lo hayan llevado a la comisión de tales abusos, lo hará reflexionar.
¿CUÁL ES EL PROCESO QUE DEBERÁ DE SEGUIR LA VÍCTIMA?
Una vez realizada la denuncia, inmediatamente quedará detenido el individuo quien será remitido a la agencia más cercana del Ministerio Público, donde se integrará la Carpeta de Investigación en un plazo de 48 horas quedando detenido, para llevar algo que llamamos Audiencia Inicial, en la cual se le formulará acusación y se le fijara una medida cautelar que puede ser desde una firma periódica hasta la prisión preventiva.
Si este es vinculado a proceso, y de acuerdo al delito cometido y la forma de la comisión del delito, suponiendo que fuere el más sencillo, puede acceder a las soluciones alternas y formas de terminación anticipada, (salir en libertad) pero mientras ya tiene en su historial un proceso y una detención, entendiendo que la vida y la libertad son preciadas, donde nadie las quiere perder. Les garantizo que será una buena lección, pero sobre todo queda supeditado a que si vuelve a cometer un delito de la misma índole ya no podrá acceder al mismo beneficio de las soluciones alternas y formas de terminación anticipada y tendrá que llevar un juicio oral. De ahí la importancia de la denuncia, enfatiza Edgar Oaxaca Mondragón.
ALGUNOS PROGRAMAS DE PREVENCIÓN
Diariamente en la Ciudad de México transitan más de 15.7 millones de personas, de esta cifra, al menos más de la mitad son mujeres. Para Teresa Inchaústegui, ex Directora del Programa Viajemos Seguras en el Transporte Público de la Ciudad de México, “la desigualdad entre hombres y mujeres provoca cotidianamente situaciones de discriminación y violencia contra ellas que tienen impacto en su salud, vida pública y capacidad de acceso y, por tanto, en el desarrollo del país”.
Ante ello, el gobierno de la capital implementó en 2008 el programa Viajemos Seguras, diseñado para prevenir, atender y sancionar la violencia sexual cometida contra las mujeres que viajan en el transporte público y concesionado de la ciudad.
El programa incluye módulos de atención y denuncia sobre casos de abuso sexual en el sistema de transporte colectivo, el Programa Atenea con Servicios exclusivos de camiones para las mujeres, separación de hombres y mujeres en el Metrobús, Metro y Tren Ligero.
Vive Segura es el nombre de la APP mediante la cual se han atendido y canalizado a 113 mujeres que han reportado violencia en las calles y transporte público de la capital del país.
En Jalisco, nueve municipios del área metropolitana trabajan para homologar sus reglamentos con el fin de castigar el hostigamiento. Más que tener una circunstancia de sanción económica se estaría privilegiando destinar tiempo al trabajo comunitario y a la capacitación para educar al hombre sobre cómo no se deben generar conductas que culminen con el hostigamiento sexual, dijo Marco Valerio Pérez, administrador de la Agencia Metropolitana de Seguridad de la entidad.
En marzo de 2017, el Congreso de Nuevo León aprobó por unanimidad que el acoso sexual se convierta en un delito en la entidad; las modificaciones realizadas al artículo 271 indican que a quien cometa este agravio se le impondrá una pena de seis meses a dos años de prisión y multa hasta de 40 cuotas, siempre y cuando la víctima realice la denuncia.
EJEMPLOS DE PREVENCIÓN A NIVEL MUNDIAL
Para el portal moviliblog, ideas de transporte y movilidad para América Latina y el Caribe, en respuesta a este problema, en varias ciudades de América Latina y del mundo, se han implementado medidas para promover el comportamiento respetuoso en el transporte público para concientizar a la ciudadanía y fomentar la denuncia.
Cuéntame. Una iniciativa del municipio de Quito que incita a la denuncia, y suministra apoyo psicológico a las víctimas de acoso sexual en el sistema de transporte público.
En Bogotá, se conformó un grupo de policías mujeres encubiertas quienes están “a la caza de hombres que se comporten de manera inadecuada en el Transmilenio”.
Yo viajo segura en el metropolitano. Lanzada a mediados de 2013 en Perú, esta campaña busca que las niñas, jóvenes y mujeres que sean víctimas en los buses y estaciones del Metropolitano acudan a las autoridades en cada estación para poder ayudar a contrarrestar esta situación.
En Estados Unidos se lanzó la campaña Tócame y te denuncio, cuyo fin es evidenciar el acoso sexual que viven principalmente las mujeres, sensibilizar a los operadores y conductores del Metro, crear conciencia sobre el problema entre los pasajeros y advertir a los agresores de sus consecuencias.
DATOS DE INTERÉS: LAS MUJERES EN EL TRANSPORTE
- En promedio, el 25% de los viajes de las mujeres se realizan en bus.
- Las mujeres hacen aproximadamente 15% más viajes que los hombres.
- Bogotá, México y Lima han sido clasificadas como las tres ciudades del mundo con los sistemas de transporte más peligrosos para mujeres.
- Las mujeres de la Ciudad de México usan más el transporte público que el privado. De las mujeres que se transportan diariamente, 76.6% usan el transporte público y 23.4% utilizan el privado; en el sentido opuesto, el 63.7% de los hombres usan el transporte público y el 36.3% utilizan el transporte privado.
- En la Ciudad de México, nueve de cada diez mujeres han sufrido actos de violencia en el transporte público.