El futuro del transporte viene en dos ruedas - Pasajero7

El futuro del transporte viene en dos ruedas

bici

Las ciudades de la República Mexicana se encuentran en un constante cambio y “desarrollo”, casi siempre enfocados en crear proyectos e infraestructuras que privilegian el uso de los automóviles particulares, haciendo que un 80% del espacio público sea destinado para apenas el 20% de las personas que se desplazan a través de este modo de transporte. Como resultado tenemos los congestionamientos viales que hacen que, al menos en México, las personas pierdan en promedio de 2 a 4 horas para completar los viajes desde sus hogares y hasta sus espacios de trabajo.

De acuerdo con el estudio “El costo de la congestión: vida y recursos perdidos” realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y SinTráfico, los usuarios de transporte público pierden 69 mil millones de pesos anuales en oportunidad de ingreso, casi tres veces más en comparación de quienes usan automóvil, que pierden 25 mil millones de pesos. En términos de tiempo, el costo de la congestión es de 100 horas anuales promedio por persona: los usuarios del transporte público pierden 118 horas al año, mientras que quienes usan automóvil pierden 71 horas.

A partir de la crisis sanitaria generada por el virus del SARS-COV-2 (COVID-19) y durante casi todo el año 2020, existió el resurgimiento de un modo de transporte que cumple con uno de los atributos que muchas de las personas buscamos, la velocidad. Me refiero a la bicicleta.

Quizá algunos consideran que a este vehículo no motorizado aún le es imposible cubrir uno de los beneficios que la mayoría de la gente busca al moverse por la ciudad; pero en una zona tan congestionada como la ZMVM, la bicicleta es en verdad una alternativa al automóvil y al transporte público, que hay que decirlo, aún tiene áreas de oportunidad que deben ser cubiertas.

Pedalear es una actividad que no todas las personas están dispuestas a hacer, sobre todo cuando otro de los atributos del transporte se ve vulnerado, la seguridad. Y es que moverse arriba de una bicicleta a través de las calles de la CDMX y EDOMÉX aún es percibido como una actividad que implica un alto riesgo, y ¿cómo no?, si apenas en febrero de este año habían fallecido 13 peatones y al menos cuatro ciclistas, quizá parezcan pocos; pero en materia de seguridad vial, ningún número de muertes por hechos de tránsito que se pudieron evitar es aceptable.

Aunque es verdad que desde las restricciones de movilidad establecidas en 2020 ha existido una disminución en los accidentes viales, el aumento en los decesos por estos es notorio. Lo anterior es consecuencia de la velocidad con la que los vehículos motorizados han comenzado a circular, circunstancia muy particular, considerando que velocidad es lo que buscamos en nuestros viajes; pero ¿a qué costo?

Todo lo anterior nos lleva a exigir mejoras en materia de políticas públicas que propicien proyectos de infraestructura ciclista que doten de seguridad vial a las calles de nuestras ciudades. Estas exigencias deben ser atendidas de manera inmediata, sobre todo por el aumento de ciclistas urbanos que han “nacido” derivado del resurgimiento de la bicicleta como modo de transporte alternativo.

Las ciclovías emergentes son una muestra de lo que se puede hacer para comenzar a crear proyectos de infraestructura sostenible que motiven a más personas a ver en la bicicleta una elección alterna al auto particular. En la CDMX el ejemplo más claro es la ciclovía sobre Av. Insurgentes, que tuvo un aumento del 75% en el aforo ciclista para Junio del 2020. Ciudades como Mérida, Xalapa, Monterrey y Naucalpan en el Estado de México, son ejemplos de que con el impulso de los ayuntamientos se puede lograr crear los espacios que permitan a las personas moverse con seguridad a bordo de vehículos no motorizados.

El construir ciclovías, biciestacionamientos que permitan la intermodalidad, hacer respetar el reglamento de tránsito, evitar las malas prácticas y sobre todo la empatía, pueden ayudar a que la seguridad vial sea mejor, reducir los números de muertes por hechos de tránsito a cero y crear una ciudad sostenible y amigable con el medio ambiente.

En mi experiencia dentro de los proyectos de movilidad, me he percatado de que muchas de las personas que se mueven (o comienzan a moverse) en bici, consideran que aún se siente inseguros al circular sobre las calles de la ZMVM y que cuando tienen la oportunidad de usar infraestructura ciclista existente, la utilizan; porque estos espacios los hacen sentir protegidos de las externalidades que puedan ser propiciadas por otros usuarios a bordo de los vehículos motorizados.

“Cultiva ciclovías y cosecharás ciclistas”, es una de las frases que alguna vez leí en el perfil de LinkedIn de la Dutch Cycling Embassy; y creo que es una afirmación que hoy se puede ver de manera más que evidente en las calles de los Países Bajos. La bicicleta es el transporte del futuro; contrario a lo que nos han hecho creer por muchos años, la tecnología sólo será un auxiliar en la forma en la que nos desplacemos, las ciudades deben ser creadas a escala humana, hechas para las personas y no sólo para los automóviles.